1. Me convertí en la puta de la cárcel para sobrevivir


    Fecha: 27/08/2020, Categorías: Lesbianas Tus Relatos Autor: Tu_Nicolette, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    Mi nombre es Claudia y hoy les voy a contar cómo me convertí en la puta de la cárcel para sobrevivir. 
    Primero debo describirme un poco, tengo 27 años soy güera, ojos negros, cabello castaño claro, nalgas y tetas grandes o por lo menos nadie se ha quejado. Esta historia comienza después de mi primer año de casada. Me había casado con Julián, un rico empresario y muy atractivo (por lo menos eso pensé). 
    Después del año de casados, Julián empezó a actuar raro, me pedía que firmara muchos papeles y yo que lo quería tanto le firme todo. Un tiempo después me enteré de que Julián había pedido varios préstamos a mi nombre sin pagarlos. Y sí, me enteré del fraude en la cárcel. Estaba en un café con una amiga y llegó la policía, me subió a un carro y lo siguiente que supe es que estaba en la cárcel, aunque los policías no se perdieron la oportunidad de toquetearme en lo que me llevaban. Debía tanto dinero que me llevaron a la cárcel en lo que empezaba el juicio, mi abogado me prometió que no sería mucho tiempo. 
    En el patio de la cárcel noté que todas las demás mujeres se me quedaron viendo y no las culpaba. Algunas comenzaron a gritarme todo lo que me harían, hasta que apareció una mujer muy alta, con una espalda amplia y cara de enojada, su nombre era Holga y todas le temían. Se acercó a mí y me dijo “bueno, güerita, te veo en mi celda en un rato. Vas a ser mi putita”.
    Durante el resto del día estuve con mucho miedo, pensando en que en cualquier momento me llamaría Holga, ...
    ... así que comencé a pensar en cómo salir de esto. De todos los, yo me iría pronto, cualquier cosa que hiciera sería momentánea.
    Holga no tardó en mandarme a llamar. Entré a su celda, una un poco más grande que las demás, pero igual de Silvia y maloliente. Holga dio instrucciones de que nos quedaríamos solas, se levantó de la silla en la que estaba y se acercó a mí. Tomó mis mejillas y las apretó, se acercó a mí oído y me dijo: ¿Lista para ser mi puta, güerita? Yo reuní todo el valor que tenía y le dije que sí, pero con una condición. A Holga esto le dio risa y parecía divertirla, así que me dijo: bueno, qué quieres güera. 
    -si voy a ser tu puta, no va a ser de a gratis. Quiero protección y quiero que me pagues.
    Holga se rió, se acercó más a mí. Lamió mi mejilla
    –si yo quisiera, puta, te haría mía ahora–me dijo jalando una cadenita de mi cuello que me había regalado mi mamá–, pero como me gusta tu actitud te daré una oportunidad–se quitó el pantalón del uniforme,se sentó en la silla y abrió sus piernas–convénceme.
    Yo de inmediato me agaché y comencé a comerle el coño, de eso dependía mi vida. El coño de Holga era peludo y algo sucio, pero lo comí como si fuera el mejor dulce del mundo. Ella estaba gozando y jalo mi cabeza más fuerte, casi ahogándome. No tardó en llenarme de líquidos en la cara, me miró satisfecha y me dijo.
    –Está bien, güera. Puedes ser la puta de la cárcel, pero antes mía, eh. Cobra si quieres y cogete a quien quieras, pero cuando yo te diga que vengas, ...
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