1. SOY PUTA (III): De nuevo en la cabaña


    Fecha: 28/11/2017, Categorías: Confesiones Autor: ekaitza, Fuente: RelatosEróticos

    ... para, esta vez sí, correrse encima de mis nalgas. Yo necesitaba respirar y me aparté de la boca de José. Me faltaba el aire y estaba agotada, pero aún así él -que estaba burrísimo- se puso detrás de mí, me levantó la cadera y siguió follándome. Yo apenas reaccionaba, pero eso no significaba que no me estuviera satisfaciendo. Me movía un poco al compás de su bombeo y soltaba suaves gemidos. Luis y el otro chico (Manuel) aún no entraron en acción: supongo que vieron que yo estaba muy cansada. José siguió follándome hasta que me sentó en el sofá y se puso de pie delante de mí. Supe lo que quería, y me metí en la boca su polla que por cierto sabía fatal, estaba impregnada de los restos de mi virginidad. Me dio asco, la verdad, pero seguí hasta que llené mi boca con su semen. De verdad, no sabía que follar iba a cansar tanto.
    
    Luis y Manuel, que eran los que faltaban, me dieron una tregua para lavarme y descansar un poco. Cuando me recuperé fui donde ellos y me senté encima de Manuel. Mientras yo bailaba encima de Manuel, me inclinaba para besarme con Luis, que al poco se levantó y sacó la polla para que se la chupara. Manuel, en un habilidoso movimiento se escurrió un poco para sacarse la polla y me hizo levantarme por un segundo para bajarme de nuevo ya con la ...
    ... polla ensartada dentro de mí. Esa postura no se me hacía muy cómoda, aún así traté de aguantar lo que pude, hasta que me eché hacia atrás para no cansarme tanto, cosa que a Luis no le gustó porque se quedaba sin mamada. Entonces me pusieron en cuatro y me follaron de la misma manera que los dos chicos anteriores. Manuel se puso en mi boca, y Luis lo hizo en mi conchita. Esta vez la follada duró más que la mamada, pues Manuel no tardó mucho en correrse salpicándome toda la cara y sin embargo Luis siguió embistiéndome como un Miura rabioso. Después de unos quince minutos yo ya había tenido dos orgasmos y estaba chorreando litros, y pensaba que él ya no tardaría mucho más en sacarse la polla para correrse. Y acerté, pero a medias, pues de repente dejó de bombear y sentí su semen chocando en las paredes de mi vagina. Yo me quedé blanca y él se disculpaba mientras apretaba aún más su polla dentro de mí en los últimos espasmos de su orgasmo. Tuve suerte de no quedarme embarazada, pero tras aquello avancé un nuevo paso en mi vida sexual: el uso de anticonceptivos.
    
    Al igual que dije en mi anterior relato, Pedro (el expulsado) acabó largando lo que ocurría en el escondrijo, lo cual desató consecuencias que marcaron el comienzo de mi vida sexual más allá de la cabaña de Luis. 
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