1. SOY PUTA (III): De nuevo en la cabaña


    Fecha: 28/11/2017, Categorías: Confesiones Autor: ekaitza, Fuente: RelatosEróticos

    Pues bien. Tras aquella experiencia, todo el resto del curso y el siguiente curso entero fui una asidua del escondrijo, aquella coqueta cabaña de la que hablé en mi anterior relato. Para mi alivio, Pedro ya no venía, incluso su comportamiento la anterior vez provocó una fisura en su relación con los demás chicos, sobre todo con José y con Luis, testigo del lance y dueño de la cabaña (bueno, el dueño era su padre) respectivamente. Las orgías de sexo oral y tocamientos se sucedían con frecuencia, y le cogí el tranquillo a eso de hacer pajas y mamadas, además de acostumbrarme al sabor y la rara textura del semen, cosa que no me costó mucho pues ni siquiera la primera vez me desagradó. El cuerpo empezaba a pedirme más, mi conejito tenía hambre de zanahorias pero de mi boca no salía nada que lo sugiriera, en parte por miedo a ver cómo reaccionarían ellos y también por el dolor que me habían dicho que iba a sufrir al romperse los anillos. Por cierto, ya no estaba perdidamente loca por Luis como un año antes, pero me lo pasaba muy bien con él y sus amigos en la cabaña.
    
    Una de aquellas tardes, ya con 13 años, me llevé una sorpresa. Ya era costumbre que uno de los chicos (Miguel) terminase poniéndome en cuatro y pajeándose frotándome los huevos contra el coñito hasta correrse encima de mis nalgas. Solía ser el último en disfrutar de mi boca, pero ese día fue el primero. En un principio me extrañó primero eso, y luego el estar tan poco tiempo chupándosela hasta que me pusiera en ...
    ... cuatro. "No tendrá hoy su día" pensé yo. Qué equivocada estaba. Tras ponerme en cuatro, noté cómo se la meneaba frotándome el coño, pero esa vez no me frotaba con los huevos, sino con la punta de su polla. Antes de que pudiera reaccionar sentí un dolor muy breve, pero muy intenso, como una punzada, algo así como una puñalada. No me había recuperado aún del dolor y ya estaba sintiendo un placer jamás sentido: el tacto de su polla contra las paredes del interior de mi vagina. Lo que en un principio creía que era un brotar de mis flujos que no era ni medio normal, me di cuenta de que era sangre que me manchaba los muslos. Me sentía muy sucia, pero no podía parar de gemir y disfrutar del bombeo de Miguel, que me estaba llevando camino a un inminente orgasmo que no me veía con fuerzas de superar. Mientras tanto José me metió su polla en la boca, y ahí estaba yo, en cuatro sobre el sofá, con la polla de Miguel desvirgándome la concha y la de José en la boca. Nuestros movimientos estaban completamente sincronizados, me dejaron llevar la pauta y bombeaban en función de que yo me moviera hacia delante para tragarme (no entera, si no me moría ahogada) la polla de José, y hacia atrás para encajarme en el coño la de Miguel. En menos de tres minutos yo ya estaba corriéndome como una perra, mi cuerpo me temblaba, en mi interior las contracciones eran salvajes y me empezaban a fallar las piernas. Entonces sí que mis flujos salían a borbotones, cosa que Miguel no pudo aguantar y sacó la polla ...
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