1. Mi fijación machista con la hermana del Pocho.


    Fecha: 27/04/2020, Categorías: Primera Vez Tus Relatos Autor: Sara Martin, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    ... diminutos frutos de color violáceo que me enseñó a masticar y a escupir sus semillas. También aprendí con él, que el cerco era un lugar ideal para jugar a las casitas. Las actividades lúdicas dentro del cerco eran muy variadas, la más común comparar pistolitas, me dejó que agarrara la suya. Como íntimos que éramos, también que se la acariciara y lo masturbara hasta el final, quedando el calmoso y yo agradecido.
    
    	Otro día le dio por puntearme. Es el verbo que usó para explicarme que bien le hacía dejándolo  empujar puntualmente su pija blanca, gruesa y larga contra el culo de mi pantalón. Cuando me pidió que me bajara el pantalón le pregunté si él iba a hacer lo mismo, pero me explicó que lo que tenía para darme era incomparable, estaba conversando con su hermana para que se dejara conmigo, así dijo. Me dio un temblor, y consentí gratamente.
    	Su respiración se aceleraba y espiraba aire recalentado contra mi nuca, cuando empezó a deslizar su miembro entre mis piernas y luego arriba y abajo a lo largo del canal entre mis nalgas, decía qué bueno estás y me llenaba de orgullo imaginando con ardor como me vería su prometida hermana cuando fuera ella quien recostara su cuerpo al mío.
    	Se interesó por jugar cada vez más seguido entre los trasparentes. Allí me contaba de sus adelantos con la hermanita, mientras apretaba la punta caliente de su verga contra mi cerrado ojete. Su pistola se calentaba y humedecía con lo que mi argolla cedía. Tenés que relajarte me decía, quédate ...
    ... quietito y aflojá el culo, así no te duele. Su pico se asomaba y yo sentía como un taponcito que clausuraba y liberaba mi hueco humedecido, algo así como un húmedo beso.
    	Al otro día me pidió repetir los intentos pendientes. Retirando apenas su pecho de mi espalda, me tomó de las muñecas y atrajo mis dos manos hacia atrás, como cuando van a esposar a un preso. Me indicó que con cada mano me aferrara de una nalga y que las abriera todo lo que daban. Abríla, me dijo. Sentí el aire fresco en el ojete y, a poco, la cabeza puntiaguda, dura y húmeda de su pistola empujándome. Sentí la punta aguda que se asomaba ojete adentro. Su respiración se hizo más rápida y profunda, como un viento caliente en mi cuello, y entró. Pasó la cabeza y me causó una extraña y dulce calma.   Pero, entonces, recomenzó sus empujes; con cada uno su miembro me penetraba más y yo sentía mis tripas rellenándose. Me fui confiando en soltar los músculos y facilitarle el paso y, entonces, la penetración fue completa. Entró a bombear resueltamente con empujes violentos para llegar hasta lo más profundo, yo jadeaba y los ojos se me llenaban de lágrimas. Su ritmo se aceleraba y el calor en mi ano era quemante. Se le escaparon unos suspiros que anunciaban una eyaculación incontenible. Cuando saltó el primer chorro instintivamente apreté con fuerza mi ojete sorbiendo su miembro y entonces fue un caudal increíble que me inundó el vientre explosivamente. Pocho permanecía abrazado contra mí, apretando con ambas manos mi ...