1. El día que cambió mi vida II


    Fecha: 17/08/2021, Categorías: Dominación / BDSM Autor: perrita, Fuente: CuentoRelatos

    No tardo mucho en hacer uso y abuso de su poder. En cuanto tuvo el vídeo, me ordeno hacer un directo bajo la amenaza de mandar el vídeo a todos mis contactos. No me sorprendió. Una parte de mi lo esperaba y lo deseaba. La otra no callaba de llamarme tonta. Tenía que registrarme en una web cam de directos donde él o cualquier otro podría mandarme hacer todas las guarradas que quisiera. Me ordenó que sólo vistiera los zapatos y las medias que había comprado para mi. Ah, y que fuera obediente.
    
    No voy a negar que me daba una vergüenza tremenda estar vestida así en mi propia habitación. Dios, solo el nombre que tuve que poner para registrarme ya era suficiente vergüenza para toda una vida. Como ya he dicho vestir esas ropas me hacían sentir sucia y la sensación se acrecentaba al estar en un sitio tan familiar para mí. Pero cumplí. Intenté ponerme en la posición más sexy posible, con mi larga cabellera tapando uno de mis pechos, y las manos entrecruzadas en mi espalda, y con el corazón a mil, encendí la cámara.
    
    Al poco apareció el primer observador. Era él, tenía que ser él, porque ahora que caía, no me había dicho nombre.
    
    -Ojala estuviera allí para poder tratarte como mereces.
    
    Ese primer comentario me puso cachonda.
    
    -Siéntate en la cama... No, no así no, con las piernas bien abiertas. Que se te vea bien el coño de perra que tienes.
    
    “Toda una vida educada en cerrar bien la piernas y en 24 horas no hago otra cosa que mantenerlas bien abiertas”, pensé. Dios, me ...
    ... entraron unas ganas locas de masturbarme. Estaba deseando que me lo ordenará, pero el chat estaba en silencio. Recordé mi promesa, tenía que ser obediente. Me fije que el número de espectadores había subido a 10.
    
    -Saca la lengua, enseña bien los pechos.
    
    Eso simplemente significara que quitara mi pelo de la vista. Empezaron a hacer comentarios obscenos sobre las mamadas tan cojonudas que tenía que hacer con esa boquita o las pajas cubanas que se harían con mis pechos.
    
    -Ponte a jugar con tus pezones.
    
    Eso hice, me los acaricie, me los apreté y los retorcí sólo un poquito. Todavía estaban muy sensibles y ellos lo notaron rápido.
    
    -Pínzatelos.
    
    Aún recordaba el dolor de la mañana. No, no pensaba hacerlo, aparte de que no tenía nada a mano para poder hacerlo. Iba a negarme, pero recordé la amenaza de mi amo.
    
    Salí a hurtadillas de mi habitación y tarde un momento en darme cuenta de que los zapatos que llevaba hacían mucho ruido. Y otro en darme cuenta de lo que estaba haciendo: recorrer desnuda mi casa en busca de pinzas para poner en mis pezones. El mundo se me vino encima y me derrumbé. Quería llorar, pero me tragué el llanto.
    
    Me dirigí al sótano que era donde teníamos la lavadora y tendíamos la ropa, y ahí me coloqué yo misma las pinzas con sumo cuidado. Aún así dolían. El camino de vuelta lo hice como si fuera un zombie, sin percatarme de nada. Los mirones se dieron cuenta en seguida que algo se había roto dentro de mi, pero a los muy cabrones no les importaba ...
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