1. Arrepentidos los quiere Dios. (Capítulo 52)


    Fecha: 12/07/2021, Categorías: Grandes Relatos, Autor: Febarsal, Fuente: CuentoRelatos

    Capítulo 52
    
    15 de Octubre de 1996
    
    Noticia de última hora
    
    Un terremoto de intensidad nueve en la escala de Richter, con posterior tsunami, ha devastado en casi su totalidad el País de La Isla. Sólo la parte Septentrional no ha sufrido las terribles consecuencias de la catástrofe.
    
    Se cuentan por decenas de miles los muertos y los desaparecidos.
    
    Seguiremos informando
    
    La noticia me dejó totalmente anonadada. Le pedí al Secretario General de mi partido y Presidente del Gobierno, que me acreditara como embajadora circunstancial, ya que tenía amistades de alto nivel profesional en el país, y podría recavar información muy veraz y de primera mano.
    
    No tuve ningún inconveniente, al contrario, mi Presidente apoyó el gesto, e inmediatamente partí para La Isla.
    
    Fui recibida por las autoridades que se habían hecho cargo de la situación, ya que el gobierno del dictador habían fallecido; les pilló la tragedia en un consejo de ministros, y fueron sepultados bajo los escombros del palacio presidencial.
    
    La situación era caótica, había quedado el país devastado en casi su totalidad. Circular con un vehículo por carreteras y calles era casi imposible. Las autoridades provisionales, pusieron a mi disposición uno de los pocos helicópteros que quedaban disponibles para poder valorar bien la catástrofe, y un auxiliar a mi servicio durante el tiempo que permaneciera allí.
    
    La residencia de los del Pozo y Aguilar, aquella hermosa mansión de color terracota en donde viví ...
    ... con Adela antes de cambiarse el sexo y ser Darío, una de las noches más maravillosas de amor, había quedado en un montón de escombros. Por lo que imaginé lo peor.
    
    Pregunté al piloto del helicóptero:
    
    --¿Conoce usted a la familia del Pozo y Aguilar, propietarios de aquella mansión? Le dije señalando aquel montón de ruinas.
    
    --Sí señora; los del Pozo son muy conocidos aquí desde hace décadas, han sido uno de los artífices del desarrollo industrial de La Isla.
    
    --¿Dice usted que son? ¿Es qué no han sido víctimas del terremoto?
    
    --Sí señora: los hijos de don Héctor que en gloria esté desde hace muchos años, han sobrevivido. La señorita Margarita y el señorito Raúl, están ayudando a las autoridades en lo que pueden.
    
    --¿Sabe si han quedado más supervivientes de la familia?
    
    --Creo que no señora. La esposa del señorito Raúl la han encontrado entre los fallecidos.
    
    --¿Tenía hijos la señorita Margarita? Volví a preguntarle.
    
    --No estoy seguro, pero me parece que no tenían familia.
    
    --¿Su esposo, el de la señorita Margarita, se conoce algo de él?
    
    --No se sabe nada, está en desaparecidos.
    
    El corazón me daba brincos de alegría. ¡No me lo podía creer! Empecé a creer en Dios, a pesar de haber consentido tantas desgracias.
    
    ¡Dios mío! ¿Por qué has consentido tanto dolor?
    
    Escuché una voz tan dentro de mí, que no sabía de donde provenía, pero lo que si estaba segura, que, no procedía del exterior, que emanaba de mi misma, pero no era yo, ya que por muy puta que ...
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