1. Confesión iniciática


    Fecha: 26/06/2021, Categorías: Confesiones Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... pudiera tener: hacerme un masaje en los muslos, por poner un ejemplo, es una cosa que ya me gustaba y me continúa gustando, pero da un gustito limitado y así nunca me volvería “adicta”. Para mi, tocarme era poner la mano encima de la vulva, moverla plana o, a veces, jugar a estirar y menear los labios mayores. Daba más gusto que otra cosa, claro, pero no lo relacionaba con aquello que los libros decían del orgasmo. El problema es que lo dejaba antes de llegar al punto crítico, no era consciente de que el placer se me dispararía exponencialmente. Sí, estudié una carrera científica e internamente uso estos conceptos como lo más natural del mundo, no solo en plan metáfora.
    
    Hasta que una noche de invierno todo cambió. Llevaba un pijama de color lila, heredado de mi madre a la que le venía pequeño, hecho de una fibra bastante elástica. No llevaba braguitas debajo. Y después de haberme tocado un buen rato por dentro del pijama, quizás porqué algo húmeda me puse, aunque no lo recuerdo, me entré la entrepierna del pantalón entre los labios mayores. Entonces, no sé porqué exactamente, tiré del punto de cintura donde hay el ombligo para arriba, bastante porqué el tejido era elástico, penetrando entonces bastante hondo la ropa en la vulva. Hasta aquí, nada especial. Pero cuando ...
    ... solté, la tela elástica fue volviendo a su posición anterior, y la sensación fue más buena o fuerte de lo habitual.
    
    Repetí, y repetí, seguro que más de cinco minutos pero no lo puedo precisar. Era una sensación viciosa, no podía parar y cada vez me gustaba más.
    
    Hasta que llegó un momento que no me esperaba en absoluto. Al soltar la cintura y empezar a frotar la ropa, la sensación se encendió. La recuerdo como un fuego que se me encendió dentro de los muslos y se expandió rápidamente a la vulva y a la zona de los ovarios. Un fuego en forma de espasmos repetitivos, quizás media docena. Ahora sé que si hubiera continuado con la estimulación hubieran sido más. Pero estaba paralizada por el placer y solo pensaba en él.
    
    —O sea que esto es “El Orgasmo”, en mayúsculas. ¿Y cómo nadie me lo había contado antes? Es mucho mejor de lo que suponía —iba pensando mientras me relajaba.
    
    Me relajaba tanto que me dormí, pero al despertar al día siguiente, no podía pensar en otra cosa. Alguno de mis compañeros de escuela me preguntó que qué me pasaba que estaba tan sonriente. Y yo enrojecí rápidamente sin atinar a dar una excusa.
    
    Sí, pensé en el orgasmo, en que quería más, que me informaría y sobre todo que experimentaría.
    
    Pero esto es solo el principio de una larga historia. 
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