1. La Vida es un Sueño


    Fecha: 18/06/2021, Categorías: Incesto Autor: ioelmejor69, Fuente: SexoSinTabues

    ... hacía falta durante la semana pero que tenía que trabajar, no me confesé en ese entonces, que yo también echaba de menos sus caricias y el endurecimiento de mis pezones que producían un grato calorcillo en mi entrepierna, los domingos, cuando llegaba al cuartucho donde vivía, quedaba dormida en cuanto ponía la cabeza en la almohada, ayudaba en mi mente el recuerdo reciente de mi bebe y sus caricias. Pronto pasaron los cuatro años y las monjas me advirtieron que era necesario ir pensando en la educación del niño, me auxiliaron buscando un kínder, que aceptara al niño y que accediera a regresarlo diariamente al hogar de las monjas, como todos los domingos, corría a ver a mi bebe quien me presumía sus nuevos conocimientos, dibujaba sobre mis senos, las primeras letras y las figuras geométricas que aprendía, al hacerlo en mi cuerpo se despertaban esas gratas experiencias que me daban sus manipulaciones, al despedirnos, siempre le pedía que besara y chupara mis pezones y en pago lo abrazaba y daba un beso en sus mejillas, así con esa rutina termino su educación elemental y junto con las monjas, empezamos a buscar una escuela de educación primaria. Paulatinamente, había logrado hacer un ahorro y estaba dispuesta a gastarlo todo en la educación de mi hijo, por tanto, yo no tenía limite en mis aspiraciones, las monjas por su parte, me hicieron ver la conveniencia de acudir a una institución religiosa o bien a institución militar, en ambos casos, el grueso de los gastos quedarían ...
    ... reducidos a una mínima parte, fue así que accedí a que mi niño, fuera a hacer la educación primaria al seminario. En este sitio privilegiaban la educación religiosa pero eran exigentes en el resto de los conocimientos de otras materias, el problema era que ahora yo tendría que compartir el tiempo de mi visita con la enorme cantidad de tarea que le dejaban, mi niño, me recibió con un beso y un abrazo, se empezó a quejar conmigo de las exigencias que le hacían los sacerdotes maestros, nunca, permití que la queja fuera permanente, siempre que pude, lo motive a que se esforzara, siempre lo impulse para que fuera el mejor y destacara por sus propios medios y conocimientos, como premio al esfuerzo a los estudios que yo hacía junto con él, siempre le pedí un beso y un abrazo, el aprovechaba para deslizar su mano por mis senos hasta que sentía salir a mis pezones a saludarle. Así pasaron cinco años, mi niño cumpliría pronto los doce años, las monjas me llamaron para avisarme que habría una festividad para que los niños hicieran la primera comunión, ya tenía bastante dinero ahorrado y me lo prestaron una tarde para llevarlo a comprar un traje, me dejo sorprendida la empleada de la tienda cuando me dijo que la talla de mi hijo era la equivalente de un joven de 16 años, al momento de la prueba, no pude evitar conmoverme, los días corrían y mi hijo se estaba convirtiendo en un hombre. Al domingo siguiente, no me beso ni abrazo, me dijo que no podría hacerlo porque ya se había confesado, yo ...
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