1. Desafío de galaxias (capitulo 77)


    Fecha: 03/06/2021, Categorías: Incesto Autor: calvito, Fuente: CuentoRelatos

    ... el culo… y de la manita. ¡Hala, corred!
    
    Unas horas después, el Fénix llegaba a Beta Pictoris e iniciaba la operación de descenso a la superficie. Decenas de miles de soldados federales, la esperaban en la explanada de aterrizaje, cercana al Cuartel General. Cuándo el portón principal se abrió, los políticos, que se habían colocado los primeros haciendo valer sus privilegios, fueron arrollados por los soldados enaltecidos por la sola presencia de Marisol. Durante más tiempo de lo esperado, Marisol estuvo saludando a la tropa mientras en la nave presidencial, el presidente, acompañado por la priora del monasterio de Konark, Loewen y Marión, esperaba resignado armándose de paciencia.
    
    —Bueno, no parece muy decidida a venir, —bromeó el presidente.
    
    —Tal vez si la decimos que la reverenda madre está aquí… —insinúo Marión.
    
    —No, no, no, dejémosla, —dijo la priora— está donde debe estar.
    
    —No si yo la dejo, pero aun así, me agota: es cabezona y desesperante, —dijo el presidente riendo mientras veía como Anahis entraba en la sala—. ¿No te quedas con Marisol?
    
    —No, que la última vez me tiraron de la cola, —dijo dando un beso a su padrino mientras los demás reían, y luego, mirando a la reverenda madre añadió mientras repartía besos y antes de abrazarse con ella—: ¿Y usted que hace aquí? No sabíamos que iba a venir.
    
    —Es una sorpresa.
    
    —Desde luego que lo es: sabe que a Marisol la gusta mucho estar con usted. Si lo hubiera sabido…
    
    —No te preocupes ...
    ... hijita…
    
    —¡Joder!, ¿y no le gusta verme a mí? —protestó el presidente.
    
    —Padrino, eres un gruñón, y siempre que la llamas con tanto apremio es para regañarla.
    
    —¿Será posible? Pero si hace lo que quiere.
    
    —Sí, pero la regañas, —insistió Anahis, y mirando la pantalla, añadió—: ya viene.
    
    Unos minutos después entró en la sala, y dando un gritito se abalanzó a abrazarse con la reverenda madre y llenarla de besos.
    
    —¿Por qué no me ha dicho que venia? —la preguntó para a continuación girarse hacia el presidente y saludarle militarmente— Buenos días señor presidente.
    
    —¿Y a mí no me das besos?
    
    —Pues claro que le doy un beso, ¿no se habrá puesto celosón?
    
    —¿Celosón?, ¡joder!
    
    —Además, todavía no sé por qué me ha hecho venir.
    
    —Hijita, sosiégate, —dijo la reverenda madre—. Yo le pedí al presidente que te llamara antes de que iniciaras las operaciones terrestres.
    
    —¡Ah! ¿Ocurre algo?
    
    —No, no, hijita, no pasa nada.
    
    —Eres una mal pensada, deberías disculparte, —afirmó el presidente.
    
    —Bueno, vale, lo siento…, pero es que siempre que me llama con esta urgencia es para darme la charla.
    
    —¡Otra igual! Pero si haces lo que te da la gana.
    
    —¿¡Yo!? —respondió Marisol poniendo cara de inocente.
    
    —¡Vale ya los dos! —ordenó la reverenda madre— estamos aquí para otra cosa, no para tirarnos los trastos a la cabeza.
    
    —Es que algunas veces, esta niña me ataca los nervios.
    
    —No exageres Fiakro, —dijo la reverenda madre—. La adoras, y lo sabes.
    
    —Sí, pero me ataca los ...
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