1. Misionero


    Fecha: 30/05/2021, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... ella no se conformaría con un simple folla esposas. Ni yo tampoco.
    
    Dicen algunos que la posición del misionero es aburrida y demuestra poca imaginación en un amante. No estoy de acuerdo, todo depende de las personas, del contexto y de la forma de follar. Cada situación y cada momento tiene su juego y su postura. Hay que buscar siempre nuevos incentivos sexuales, eso es cierto. Pero pocos recuerdos tengo de ella tan excitantes, como cuando la vi abrirse de piernas completamente para recibirme la primera vez.
    
    Había retrasado el momento. Esta vez no le permití quitarse la ropa sin más y tirarla en una silla. Las caricias y los magreos previos, continuaron mientras yo mismo la desvestía. Mi boca ayudaba. Ya fuera uno u otra, cada vez que retirábamos una prenda y un centímetro de su cuerpo quedaba al descubierto, era inmediatamente recorrido por mis labios, mi lengua o mis dedos. El contacto de un cuerpo 14 años más joven, duro y excitado, conseguía hacerla sentirse deseada, protagonista.
    
    Apoyó la cabeza en la almohada, los pezones erizados, el vientre bajando y subiendo por la tensión y el deseo. Se abrió para mí, sin desviar ni un segundo la mirada de mis ojos, sin pestañear siquiera. Separó tanto sus muslos que sus labios mayores se abrieron un poco, mostrándome una vagina húmeda y preparada. El mensaje estaba claro:
    
    Soy tuya, sin reparos, sin límites…entra hasta el fondo, poséeme como tú quieras.
    
    Esta vez seria lentamente, sin prisas, recreándonos en el gusto y ...
    ... en la sensación de mi verga entrando hasta topar con los huevos, sintiéndola bien al fondo, y vuelta atrás entre las humedades de su vagina, notando el palpitar de sus entrañas. Perdimos un poco la noción del tiempo, jugando con nuestras lenguas, intercambiando caricias y pellizcos en nuestros pezones, observando el vaivén de sus tetas con cada embestida.
    
    La prueba definitiva vino cuando aumenté el ritmo y la dureza de la follada. Ella se mordía los labios y luego sacaba la lengua para humedecerlos, la mirada de vicio sostenida entre ambos. Cerró entonces sus muslos sobre mis caderas y presionó con los pies en mi espalda y glúteos. No hizo ademan de cerrar las piernas, no lo necesitaba. Yo me iba a correr y ella me lo daba todo. Cada vez más mojada, procurando seguir todo lo abierta que podía para mí, sin nada que obstaculizase mis pollazos y mi eyaculación.
    
    Se acabó corriendo casi a la vez. Un orgasmo prolongado que llegó mucho más allá de los últimos espasmos de mi verga en su coñito. Nos mantuvimos largo rato enganchados. Sellando un pacto de deseo y entendimiento. Las caricias continuaron. Y el sexo también. Despacio, sin prisa pero sin pausa. Explorando, proponiendo, tratando de sorprender. El inicio de una relación que ha durado hasta hace poco y que está en suspenso por temas ajenos a nuestra voluntad.
    
    En el caso de un asunto de cuernos consentidos, en este caso concreto, un buen misionero no es ni mucho menos una señal de rutina o falta de imaginación. Es mi ...