1. Misionero


    Fecha: 30/05/2021, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Era la segunda cita que teníamos. También sin el marido, que tal y como prefería ella, se limitaba a esperarla en casa. Era un buen síntoma. Esta vez no sería un encuentro limitado a una toma de contacto: “Follamos y nos vamos a valorar si nos ha gustado y si merece la pena seguir”. Cenamos los tres juntos, pero ella lo despachó antes de ir al motel: ya me voy con Luis, espérame en casa. Esto significaba que no tenía hora de llegada. Esperaba estar toda la noche o buena parte de ella conmigo.
    
    Su marido, contrariado pero obediente, acepto tras oponer una débil resistencia que ella cortó por lo sano.
    
    La primera cita había sido satisfactoria pero incompleta. Los dos nos fuimos con la sensación de que aquello podía dar mucho más de sí. Creo que esperaba mi iniciativa, pero en cualquier caso, no me iba a parar a descubrirlo. Yo iba a tomarla. Sin dudar y hasta el final.
    
    Esta señora adolecía de vicios adquiridos en sus últimos 30 años de casada. La falta de interés, de sentimientos y de motivación, la impulsaba a usar al hombre solamente como un apoyo para conseguir el placer que ella misma se proporcionaba. Su marido solo se empalmaba realmente, cuando ella consentía satisfacer su vena cornuda. Solo entonces ponía algo de su parte. Los últimos diez años en concreto, estaban trufados de decepcionantes polvos, donde se limitaba a penetrarla, y ella a hacer una prueba contra reloj, aprovechando antes de que se le fuera la erección, para masturbarse y correrse. Casi ...
    ... prefería utilizar su consolador. Era más cómodo y eficaz.
    
    Así pues, en esa primera vez, tuvo prisa por conseguir su primer orgasmo, buscando la posición que más la favorecía para ello. Tumbada y con las piernas cerradas, para sentirla más. Primero boca arriba y luego boca abajo, dándome el culo. Masturbándose furiosamente la primera vez. Casi con coraje por el tiempo y los polvos perdidos en los últimos tiempos. Cansada y exhausta en el intermedio. Con más dificultades para llegar la segunda.
    
    Pero hoy el guion sería diferente. Ya estaba claro que nos gustábamos y que esto podía tener futuro. Ellos habían enfrentado la aventura como una operación comercial, como una inversión. Llego, veo y si me gusta lo que hay, compro. Ahora tocaba conquistarla. Conseguir que se tranquilizara y que se dejara llevar. Jugar y llegar poco a poco al clímax. Hacerlo esperar, dejar que subiera la tensión y finalmente hacerla explotar. Y luego no dar tregua. No se podía ir de la habitación desahogada simplemente. Ni siquiera satisfecha. Tenía que salir exhausta, desmadejada, desorientada del carrusel de orgasmos y sensaciones. Que no pudiera pensar siquiera hasta horas después. Y que luego cuando pensara, solo quisiera repetir.
    
    Quizá un objetivo ambicioso para una mujer de su edad y experiencia, poco dada a sentimentalismos y más bien orientada a resultados prácticos y medibles. Pero para conseguir lo posible, es necesario intentar lo imposible. Tenía que darlo todo porque con el tiempo, sé que ...
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