1. La venganza del ciego


    Fecha: 14/05/2021, Categorías: Incesto Autor: Quique., Fuente: CuentoRelatos

    Gerardo, Adelita y Marta, estaban frente a Sebastián y su sobrina, sentados a la mesa del comedor de la casa del ciego. Sobre la mesa cinco platos de almejas a la marinera que estaban comiendo con las manos. El cura le dijo a Adelita.
    
    -Están buenas las almejas. ¿Las hiciste tú, Adelita?
    
    -Sí, son almejas babosas, -miró para Aurora y lamió una almeja- pero me gustan más crudas, -la chupó- al natural y echando baba.
    
    Aurora, le preguntó:
    
    -¿Ya comiste muchas, Adelita?
    
    -Varias, con mermelada, con nata, con mantequilla..., pero como ya te dije, me gustan más al natural y echando baba.
    
    El cura, le preguntó:
    
    -¿Y los percebes? ¿Te van los percebes, Adelita?
    
    -¡Me encantan! Les quito la cabeza y no me canso de chupar.
    
    -¿Y a ti, Marta?
    
    -A mi me va de todo. La almeja babeando y el percebe, el percebe cuanto más gordo, más rico.
    
    Gerardo, el ciego, le preguntó al cura:
    
    -¿Y a ti te van los percebes, Sebastián?
    
    -Soy más de almejas.
    
    Habían acabado de comer, Adelita le dijo a Marta:
    
    -Ayúdame a recoger la mesa.
    
    Aurora, se anotó.
    
    -Yo os ayudo.
    
    Recogieron los platos y los llevaron a la cocina. Allí, Adelita, agarró por la cintura a Aurora y le dio un beso con lengua que mojó su coño, Marta, por detrás, le besaba el cuello. Al acabar de besarla Adelita, Aurora, giró la cabeza y recibió otro beso con lengua de Marta mientras Adelita le magreaba las tetas, luego dijo:
    
    -Jamás pensé que los labios de las mujeres fueran tan dulces y excitantes. Me ...
    ... he mojado.
    
    Marta, se puso cachonda.
    
    -No me tientes que te la como aquí mismo.
    
    Adelita, cogiendo las fresas con nata de su padre y las suyas, le dijo a Aurora:
    
    -Coge tus fresas y las de tu tío antes de que Marta se ponga más perra.
    
    Aurora cogió los platos, Marta, cogió el suyo y volvieron a la mesa.
    
    La primera fresa con nata que cogieron del plato Adelita y Marta se las llevaron una a la boca de la otra, las comieron y después se besaron. El cura se puso palote, Aurora, se mojó aún más, Gerardo, comía fingiendo que no se enteraba de que iba la cosa, y preguntó:
    
    -¿A qué viene tanto silencio?
    
    Le respondió el cura.
    
    -Tienes a dos viciosillas en casa.
    
    -¡¿Ya empezaron a comerse los coños?!
    
    El cura no salía de su asombro.
    
    -¡Y lo dices cómo si dijeras que ha empezado a llover!
    
    -A llover va a empezar cuando se corran. Ponte un chubasquero, Sebastián.
    
    -¡Coooño! ¡¿Tanto jugo echan?!
    
    Habló Adelita.
    
    -Ya lo sabrás cuando lo bebas. -habló ahora con su padre- No nos estamos comiendo los coñitos, papá, nos estamos besando.
    
    -Ya lo sabía, hija. Quería vacilar a Sebastián. El ruido de vuestros besos es inconfundible, como inconfundible es el ruido que hace ese dedito entrando y saliendo del coño.
    
    -Nosotras no somos, papá.
    
    -Ya lo sé, hija, el ruido viene desde la posición de Aurora.
    
    Efectivamente, protegida por el mantel de la mesa. Aurora se estaba haciendo un dedo.
    
    -¡Joder! ¡Qué oído tienes, Gerardo!
    
    -Joder te voy a joder yo a tí, ...
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