1. Placeres de la bisexualidad


    Fecha: 09/04/2021, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... pulsé dicho botón. Aquel ambiente de alegría e inmensa felicidad me dio valor para, a título de disculpa, decirle que sentía el ser tan débil con la bebida y le pedí que perdonara mi torpeza. El, como queriéndome dar un sentimiento de confianza, puso sus manos en mis hombros y su rostro adquirió una imagen
    
    distinta a las que yo conocía en él. Sus ojos brillaron y su sonrisa se evadió. En aquella postura, se acercó más a mí, entonces yo, un poco temeroso, aunque no imaginaba lo que iba a suceder, le comuniqué que ya habíamos llegado, que el ascensor estaba parado. Sus oídos permanecieron sordos, entonces me apretó contra su cuerpo y me besó levemente, tan superficialmente que sus labios apenas rozaron los míos, pero esto fue suficiente para sellar mis hablares. A los pocos instantes volvió a besarme, esta vez con un beso profundo y ardiente mientras me estrechaba entre sus brazos. Yo permanecía rígido e impasible, luchaba por comprender si estaba soñando o no, pero él no permitió que yo lo
    
    averiguara pues distrajo mi atención mientras abría el ascensor.
    
    Daniel, este es su nombre, me habló de sus inclinaciones con toda franqueza, las mismas que yo había odiado por culpa de una serie de superficiales personas que abundan bastante, y por desgracia, en esta sociedad. Pero puestas en sus labios, esas tendencias de una persona que las sentía cambiaron completamente y me resultaron hermosas.
    
    Entonces, a partir de aquel momento, comencé a amar a aquella persona puesto ...
    ... que me atraía su manera de pensar. Sus principios eran realmente bellos. Al final me pidió perdón y dijo que su casa estaba abierta para cuando yo necesitara de ella. Luego me rogó que no me marchase pero que si ese era mi deseo, que lo hiciera sin hacerle sufrir más. Yo, llorando de felicidad le cogí la mano y se la besé, luego le abracé y le confesé que le amaba. ¡ Y era verdad !
    
    Instantes después, éramos más amigos que al principio y fui yo quien le condujo a la habitación. Nos desnudamos mutuamente con una delicadeza infinita, en medio de besos y caricias. Cuando nos hallamos como la madre naturaleza nos trajo al mundo me di cuenta que a su gran corazón le acompañaba un cuerpo hermosísimo. Me eché atrás pero él me transmitió un sentimiento de confianza haciéndome superar cualquier prejuicio.
    
    Nuestros cuerpos se fundieron en una ardiente pasión y un gran deseo. Nos acariciamos, hablamos e hicimos el amor de mil maneras. Mi boca besó cada parte de su cuerpo mientras él, con su lengua, hacía lo mismo conmigo. Nos dábamos las gracias mutuamente al tiempo que soltábamos salvajes alaridos de placer. Yo, como él, gocé muchísimo pues a lo carnal se unió el amor. Acabamos exhaustos pero nos quedaron fuerzas para salir de nuevo a la calle, rebosantes de alegría y satisfacción. Y en cada sitio que estuvimos no disimulamos nuestro amor, al contrario, lo
    
    gritamos a los cuatro vientos. Como suele pasar, enseguida surgió alguna mirada hipócrita y tal vez envidiosa de nuestra ...