1. Placeres de la bisexualidad


    Fecha: 09/04/2021, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Placeres de la bisexualidad
    
    Soy un chico chico bastante joven, pues cuento tan sólo con 18 años.
    
    Mido 1.76 y peso 60 Kg. Antes de comenzar mi aventura quisiera dejarte claro, amigo lector, que me considero, y en verdad lo soy, un hombre en todos los sentidos. Todo ocurrió un miércoles por la tarde cuando, tras haber comprado unos regalos de Reyes en unos grandes almacenes, fui a un gran local que está al lado de éstos, y que aglutina varias tiendas y boutiques. Estuve largo tiempo viéndolo todo, novedades, chorradillas, etc... cuando descubrí por casualidad al alzar la vista del escaparate a un hombre que produjo que me fijara en él. Me daba la espalda pues caminaba en dirección contraria a la mía. Creo que lo debí hacer con demasiado descaro, pues la postura de aquella persona cambió de un giro y de perfil se puso de frente. En ese momento y por primera vez, como sospechando que podía haberle molestado, dirigí mi mirada hacia arriba hasta llegar a los 1.82 que medía. Cuando nuestros ojos se encontraron
    
    me sobrecogí con un extraño temblor y quedé maravillado de sus profundos ojos marrones claros con un aro de verde. Su pelo era castaño claro. Su graciosa nariz era ligeramente aguileña. Una leve sonrisa se dibujó en su boca y yo la imité, entonces él respondió sonriendo con ímpetu provocando mi carcajada. A los pocos instantes me preguntó con aire irónico mientras seguía sonriendo:
    
    - ¿Tanto te gusto?
    
    Por supuesto el corte que me invadía en aquellos momentos era ...
    ... indescriptible e intenté explicarle que no pensara mal, que lo que ocurría era una cosa sencilla, pero los nervios me lo impidieron, produciéndole emotivas carcajadas. Me dijo que me tranquilizara y me invitó a que se lo contara más despacio tomando algo en una cafetería.
    
    Yo acepté y poniéndome su mano derecha sobre mi hombro me condujo allí.
    
    Aquel personaje de 26 años prometía ser un excelente amigo pues su simpatía y amabilidad llegaron pronto hasta lo más profundo de mi ser.
    
    Estuvimos largo rato conversando en la cafetería. Yo me encontraba muy a gusto y no tenía ninguna prisa. Estuvimos en no sé cuantas cafeterías y pubs, el caso es que yo, al final, estaba un poco mareadillo por la cantidad de bebidas que había revuelto en mi estómago y la cabeza me daba vueltas. Por supuesto que no estaba borracho, aunque tampoco puedo decir que estuviera en plena lucidez mental. Mi amigo me invitó a su apartamento para darme un "invento" que, según él, era estupendo para estas ocasiones. Tardamos bastante en el taxi pues había un tráfico muy denso. Eso produjo que mi malestar aumentara y cuando nos hallábamos subiendo las escaleras de un lujoso portal, perdí las fuerzas y no pude por menos que sentarme allí mismo.
    
    Cuando, momentáneamente, me hube recuperado, me levanté con su ayuda y nos introdujimos en el ascensor. Ya estaba mejor y él me apostó que no era capaz de pulsar el quinto botón. Le contesté, riéndome, que no estaba tan mal y, aunque reconozco que no me fué fácil, ...
«123»