1. El viaje alucinante


    Fecha: 05/04/2021, Categorías: Lesbianas Autor: Quique., Fuente: CuentoRelatos

    Voy a contar esta historia en primera persona, como si fuera mi amigo Javier y viviera en los años setenta en una aldea gallega.
    
    Fermín, mi padre, era un mal nacido. Maltrataba a mi madre un día sí y otro también. Cuando no era una ostia con la mano abierta era un empujón y cuando no era castigo corporal era verbal. Le llamaba de todo y lo más suave era "puta". El putero era él y por gastar el dinero en rameras más de una vez pasamos sin comer.
    
    Yo era el mayor de cinco hermanos y me comían los demonios al ver a mi padre zurrándole a mi madre, pero aunque era corpulento, alto y fuerte, mi padre era el doble de ancho que yo y tenía unas manoplas como palas, que más de una vez había probado.
    
    Un lunes por la tarde sentimos pitar un coche delante de nuestra casa, salimos a mirar mis hermanas Sara, Celia, María, mi hermano Carlos y yo. El que pitaba era mi padre. Estaba dentro de un 600 blanco. ¿Qué coño hacía mi padre en un coche si no teníamos para comer? Mis hermanas y mi hermano fueron corriendo, les abrió la puerta y entraron en la parte de atrás. Mi padre me miró, y me preguntó:
    
    -¿No vienes a dar una vuelta, Javier?
    
    Tenía la voz tomada. Estaba borracho. Le respondí:
    
    -En otro momento.
    
    Mi padre se fue con mis hermanas y mi hermano. Yo volví casa y le pregunté a mi madre:
    
    -¿De dónde sacaría papá el dinero para comprar ese coche?
    
    -Heredó de una tía de Segovia.
    
    -¿Y no había mejores cosas en las que meter el dinero?
    
    -Sabes que hace siempre lo que ...
    ... le da la gana.
    
    -Que se comprara una moto... a ver si se partía los cuernos.
    
    -No se los puse, hijo.
    
    -Pues debías.
    
    -Tentada estuve hijo, pero sí sin metérselos me zumba, si se entera que lo engañé, me mata.
    
    -¡Un día lo clavo!
    
    -¡Ni se te ocurra! No arruines tu vida por un desgraciado.
    
    Miré a mi madre. Estaba muy delgada. No era ni la sombra de aquella mujer gordita y guapa que se podía ver en las viejas fotografías, pero aún tenía su puntito. Sus tetas eran grandes y su culito redondo. Creo que le miré demasiado tiempo para la delantera, ya que mi madre me dijo:
    
    -No me mires a las tetas, hijo.
    
    -Las tienes bonitas, pero no lo hacía por mal.
    
    -No mientas. No me extrañaría que cuando estoy de espaldas me mires el culo.
    
    -Miro, madre, pero no lo hago por mal.
    
    -¡Serás caradura! En fin, estás en una edad que no sabes si vienes o si vas.
    
    -¿Y tú lo sabes?
    
    -Lo único que sé es que hace tres años que tu padre no viene a mi lado.
    
    -Las putas.
    
    -Sí, hijo sí, las putas me las hacen pasar putas.
    
    -Y el putero, más.
    
    Mi padre, mis hermanas y mi hermano volvieron a casa. El 600 delante de una casa de alquiler desentonaba, y más para el tendero al que mi madre le debía el gasto del mes.
    
    Estábamos sentados en banquetas alrededor de una mesa redonda. Mi madre puso delante de mi padre una botella de vino blanco y un vaso, (si no se ponía la armaba) y le preguntó:
    
    -¿Cuándo le vamos a pagar al tendero?
    
    -¿Cuánto es?
    
    -1.728 pesetas.
    
    Mi padre ...
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