1. La reeducación de Areana (11)


    Fecha: 27/02/2021, Categorías: Gays Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    ... –dijo Elena refiriéndose a Eva, que permanecía con la cabeza gacha y mirando al piso.
    
    -¿Quién es? –pregunto Marta.
    
    -Es Eva, la madre de Areana, sumisa también y también propiedad de Amalia.
    
    -Ah, pero qué bien… -dijo la librera. -Madre e hija son perras.
    
    -Así es, –confirmó Elena. -y la perra Eva le va a contar qué necesita. ¡Vamos, hablá!
    
    Eva sacó entonces de su cartera la hoja donde estaba impresa su credencial y se la tendió a Marta:
    
    -Necesito… necesito plastificar esta credencial, señora… -explicó.
    
    Nombre
    
    Eva
    
    Apellido
    
    Acevedo
    
    Edad
    
    40 años
    
    Condición
    
    sumisa
    
    Propiedad de
    
    Amalia Helguera
    
    La librera tomó la hoja, recortó la credencial, la plastificó y se la devolvió a Eva para luego dirigirse a Elena:
    
    -Hablé con mis amigas. –dijo y sus labios dibujaron una sonrisa morbosa.
    
    -Ah, qué bien. Cuentemé.
    
    -Están entusiasmadísimas. ¿Podemos tener a la pichona mañana a la noche? Y además, siendo tres pensamos que dos horas es muy poco tiempo para gozarla.
    
    -¿Toda la noche estaría bien?
    
    -¡Sería perfecto!
    
    -Bueno, voy a consultar con Amalia y después la llamo.
    
    -Lo antes posible, por favor.
    
    -Hoy mismo. –prometió Elena y de inmediato se retiró con ambas sumisas. En casa de las dos llamó a Amalia y obtuvo de ésta la conformidad para que Areana fuera entregada durante toda la noche del día siguiente a la librera y sus amigas.
    
    -Perrita, mañana a las nueve te vengo a buscar para llevarte a casa de Marta. Me esperás ...
    ... desnuda que te voy a poner una enema.
    
    -Sí, señora Elena… -murmuró Areana ya excitada al saber que iba a ser entregada a tres mujeres maduras durante toda una noche.
    
    -Bien, ¿dónde hay una cerrajería cerca?
    
    -A la vuelta, señora… -respondió Eva.
    
    -Bueno, vamos, perra, tenemos que hacer dos juegos de llaves de la entrada al edificio y de este departamento, uno para Amalia y otro para mí. Vos quedate, putita, desnudate enseguida, te colocás el collar y ya sabés, siempre en cuatro patas.
    
    -Sí… sí, señora Elena… -respondió Areana mientras en el rostro de Eva se dibujaba una expresión de inquietud.
    
    -¿Puedo hablar, señora Elena?...
    
    -¿Qué pasa, perra? Hablá.
    
    -Es por… por lo de las llaves, señora… ¿Usted y la señora Amalia van a poder entrar acá cuando… cuando quieran?... ¿En cualquier momento?...
    
    -¡Claro que sí, perra imbécil! ¡¿Acaso pensás que vamos a tocar el timbre?! ¡Debería darte una buena paliza por preguntar tonterías!. Y ahora vamos, movete, supongo que tenés las llaves en la cartera.
    
    -Sí, señora… -confirmó Eva y poco más tarde Elena la despedía en la puerta del local, ya en posesión de esas llaves que despojaban a ambas sumisas de toda intimidad.
    
    -Bueno, a casa, puta, y ya sabés, en cuanto entrás te sacás toda la ropa, te colocás el collar y a partir de ahí vos y tu hijita siempre en cuatro patas, salvo cuando tengan que hacer algo que las obligue a estar paradas. ¿Entendiste, perra?
    
    -Sí, señora Elena… -respondió Eva y cuando caminaba hacia su casa ...
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