1. La reeducación de Areana (11)


    Fecha: 27/02/2021, Categorías: Gays Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    ... credencial de sumisa que iba a tener que plastificar en la librería de Marta.
    
    Minutos después llegaba Elena con Areana, que a una orden de Amalia se arrodilló junto a su madre.
    
    La dueña de casa, en el sofá, con un bolso de mano a su derecha, invitó a Elena a sentarse junto a ella del otro lado y luego se dirigió a ambas sumisas:
    
    -Escúchenme con atención, perras. Ahora se vuelven a su casa, pero quedan a a mi entera disposición y bajo mi autoridad durante las veinticuatro horas de los siete días de la semana. Las quiero con los celulares encendidos incluso cuando estén durmiendo. Responden a mis órdenes y a las órdenes de Elena, que es mi mano derecha. ¿Está claro hasta acá?
    
    -Sí, señora Amalia… -respondieron madre e hija.
    
    -Bien, sigo entonces. Cada vez que necesiten o quieran salir deberán pedirme permiso, salvo cuando vos, putita, tengas que volver al colegio. Ésa será la única salida para la cual no necesitarás mi permiso, pero a la vuelta de la escuela me llamás y me avisás que volviste a tu casa. ¿Entendido?
    
    -Sí, señora…
    
    -Muy bien, tomen conciencia las dos de que son perras de mi propiedad y que carecen por completo de voluntad propia, que yo gobierno sus mentes, sus cuerpos, sus vidas y que no pueden hacer nada, absolutamente nada que no les sea ordenado o permitido, y cada vez que salgan, vayan adonde vayan, deberán llevar con ustedes el collar y las credenciales de sumisas, y vos, nena, también el contrato. Por último, cuando yo las convoque vienen ...
    ... y no habrá excusa que valga. ¿Está claro, perras?
    
    -Sí, señora Amalia… -respondieron ambas sumisas estremecidas por el aire de inapelable autoridad que emanaba de esa mujer.
    
    En ese momento la dómina tomó el bolso, lo puso ante ambas sumisas y les dijo:
    
    -Ahí están sus cuencos y sus collares. En su casa van a andar siempre desnudas, con los collares puestos y en cuatro patas, salvo cuando necesiten estar de pie para hacer alguna tarea que lo requiera. Ahora pueden irse.
    
    -Sí, señora Amalia. – dijo la sumisita tomando el bolso.
    
    -Elena, vos andá con ellas hasta dejarlas en la casa pero antes pasen por el local de Marta para que le plastifique a la perra Eva su credencial y ya sabés lo del juego de llaves.
    
    -Entendido. –dijo Elena y se llevó a ambas sumisas. En la calle abordaron un taxi y se acomodaron en el asiento trasero, Elena entre ambas perras, a las que de inmediato comenzó a toquetear para asombro del chofer, que las miraba a través del espejo retrovisor. Elena, divertida y excitada a la vez, acentuó los magreos y sus manos recorrieron las tetas y los muslos de Eva y de Areana, ambas coloradísimas de vergüenza pero incapaces de protestar y mucho menos de resistirse a los avances de Elena.
    
    Por fin llegaron al local de Marta, que las recibió exultante:
    
    -¡Ay, pero qué gusto volver a verte, pichona!. –dijo yendo al encuentro de Areana y saludándola con un beso en la boca.
    
    -Bueno, Marta, bueno, tranquila que ya la va a tener. Ahora escuche a esta otra. ...
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