1. Anahí R.E.


    Fecha: 26/02/2021, Categorías: Jóvenes Autor: joshsanz, Fuente: RelatosEróticos

    ... embargo, alcancé a ponerme boca arriba, quedando nuestras partes íntimas separadas separadas solo por nuestras delgadas prendas. Mi pene, de nuevo estaba totalmente erecto y rozaba indirectamente con su vagina, cosa que a ella pareció no importarle, pues continuó juguetenado.
    
    Rápidamente intenté defenderme, pero verla montada sobre mi me hizo perder fuerza y ella lo notó. Hubo una lluvia de pellizcos, cosquillas ¡hasta una que otra mordida! Yo solo me podía defender haciendo cosquillas, e inconscientemente mis manos adquirierón cierta libertad. Mientras nuestras miradas se cruzaban de manera ocasional, mi mano izquierda subió a su cuello, no sin antes rozar delicadamente su seno izquierdo, notando un tímido pezón medio erecto a través de su camiseta. Mi mano derecha se concentró sobre su abdomen; sentía su ombligo que se retorcía fuertemente a raíz de tanta carcajada.
    
    El tirante de su camiseta comenzó a ceder y dejó en ocasiones descubierto su dulce pezón rosado, eso lo hizo un par de veces hasta que lo dejó descubierto por completo. Mi mano derecha, ya ebria, bajó aún más. Sintiendo el roce con su pantaleta y se aventuró a tocar sus labios vaginales por encima de esta. Apreté la mano un par de veces, rozando, sintiendo lo que había debajo de la delgada tela. Sus labios eran gruesos, firmes. Podía sentir como en cada movimiento, carcajada o sacudida, se abrían y cerraban. Sentía también su clítoris, zona en la que comencé a rozar con mucha más frecuencia y ...
    ... delicadeza.
    
    Era delicioso. Imagino que estas acciones la desconcertaron, pero ella aún seguía atacando y lo tomó todo naturalmente.
    
    En un momento comencé a sentir cierta humedad en la tela de su pantaleta, se estaba mojando. Su rostro reflejaba cierto enrojecimiento; su risa ya no era tan fuerte como antes, ahora estaba entrecortada por pequeños y delicados gemidos y sus manos ahora estaban quietas, apoyadas sobre mis hombros.
    
    Yo ya no pensaba con claridad en ese momento e introduje mi mano en su pantaleta; comencé a masajear con un poco más de intensidad su vagina. Ella, al sentir eso, soltó un gemido un poco más fuerte que todos los anteriores y se recostó sobre mí. Ya no hacía cosquillas, ahora yacía con los ojos cerrados, disfrutando de lo que yo le hacía.
    
    En determinado momento, su pezón, ya totalmente erecto, rozó con mis labios, los cuales lo humedecieron un poco. Ella soltó un gemido fuerte mientras elevaba el rostro hacia el techo, yo aproveché para llevar a mi boca ese pequeño montecito rosado que pedía a gritos ser chupado. En seguida se volvió loca, ahora gemía con intensidad y la humedad de su vagina era incontenible, comenzaba a sentir como movía sus caderas al ritmo de mi mano, mientras se aferraba a mi camiseta con ambas manos.
    
    La cosa no duró mucho: un estallido, fuertes sacudidas y un grito ahogado mientras se aferraba a mis hombros con fuerza llenaron mi habitación. Se había corrido. Permaneció jadeante un par de minutos con los ojos cerrados, apretando ...
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