1. La vecina de enfrente


    Fecha: 20/02/2021, Categorías: Masturbación Autor: Javítelaví, Fuente: CuentoRelatos

    Me llamo Chema y tengo 18 años. Este verano me sucedió algo increíble en la playa. He de decir que soy muy tímido y que hasta entonces no había tenido relaciones con ninguna chica. No es que sea feo, pero tampoco soy muy guapo y me cuesta mucho acercarme a las chicas, sobre todo si me gustan. Soy bastante alto, pero no tengo un cuerpo de atleta precisamente. No llamo mucho la atención y me mato a pajas.
    
    Pues bien, en verano mis pajas tenían una protagonista: la vecina de enfrente, Araceli. Supongo que pensaréis que estoy muy salido, porque ella es una mujer madura y no muy atractiva si no estuviera tan calentorro. Debe de tener unos 50 años, está casada y tiene dos hijas; una es de mi edad y está muy bien, pero como sale mucho casi ni la veo; la otra es más pequeña. Es bajita, tiene el pelo corto, una cara normal, un cuerpo sin formas espectaculares, rellenita y con un par de tetas que me tienen loco. Todas las tardes cuando se iban mis padres me desnudaba y la espiaba mientras limpiaba la entrada de su casa. Bajaba los tirantes de su bañador y sus pechos quedaban bastante descubiertos. Cada vez que se agachaba tenía una visión impresionante. Yo me cuidaba para no ser visto entornando la persiana y mi polla se paraba sólo con esa visión.
    
    Un día, cuando estaba dándole a la manivela (he de decir que no gasto esos tamaños que abundan por estos relatos; mide unos 15’5 cm y eso en su máximo esplendor) con la tranquilidad de que su marido se había marchado y también sus ...
    ... hijas, vi cómo se acercaba a casa. Busqué el bañador rápidamente y salí a abrir, pues ella insistía en la puerta. No me dio tiempo ni a ponerme una camiseta. Y mi erección se notaba bastante a través del calzón.
    
    -Chema, ¿me dejas la podadera?
    
    Fui a por ella y se las pasé. Estaba muy nervioso y acalorado. Estaba muy rojo.
    
    -Hay algunas ramas a las que no llego. ¿Te importaría ayudarme?
    
    Le dije que no. Ella me habló de por qué no salía con los chicos de allí, etc. Me preguntó que si tenía sed y me dio una cerveza. Hacía un calor enorme y por poco que te movieses sudabas mucho. La cerveza me entró muy bien y me dio otra. Se me subió un poco a la cabeza. Ella se había subido los tirantes, pero tenerla tan cerca y ver su bañador azul celeste tan de cerca no me dejaba tranquilo y seguía con mi erección. No sé si ella se enteró. Además, a veces me pedía que le acercara algo y rozaba mi brazo con su pecho. Cuando terminamos, me invitó a pasar para tomar algo. No tenía ganas de nada, pero entré. Cuando me senté en el sofá vi que mi bañador estaba empapado. Me puse más nervioso. Ella se sentó al lado mío y vi que me miró.
    
    -¿Hace calor, verdad? Mira, tócame, yo también estoy empapada...
    
    Y me cogió la mano y se la llevó a su entrepierna, haciendo a un lado el bañador. Estaba muy mojada. Se sonrió pícaramente.
    
    -¿Qué te crees? ¿Que soy de piedra? Llevo viéndote empalmado todo el rato y me has puesto cachonda. No es lo mismo saber que te estás masturbando en tu cuarto que ...
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