1. Un encuentro con una morocha fascinante


    Fecha: 20/02/2021, Categorías: Sexo con Maduras Lesbianas Tabú Autor: Anitaslut44, Fuente: xHamster

    ... de cerca esas magníficas y suaves tetas.Incliné mi cabeza y me dediqué a lamer sus pezones, arrancándole algunos gemidos sofocados.Juliana abandonó por un momento mi blusa a medio abrir y se agachó para deslizar su mano entre mis muslos algo separados.Pronto sus traviesos dedos encontraron la humedad de mis labios vaginales expuestos; ya que esa noche había decidido no llevar ropa interior. Los hundió apenas dentro de mi concha y me miró con una expresión de asombro al notar que yo estaba empapada allí abajo…Se enderezó otra vez y retiró sus largos dedos de mi interior. Los sacó y me los mostró, para enseguida llevárselos a sus labios y disfrutar de mis jugos.Juliana sonrió con una mirada diabólica y entonces me comió la boca; aferrándome por la nuca para que yo no pudiera resistirme. Su lengua sedosa recorrió mi paladar, entremezclándose con la mía. Eso me provocó una nueva sensación de humedad y calor en la entrada de mi concha…Cuando me liberó del abrazo, se despojó de su blazer y me permitió seguir lamiendo sus pezones duros. Entonces aferró la ajustada minifalda entre sus dedos y se la subió hasta la cintura.Bajé mis ojos, para encontrar que esa perra atrevida tampoco llevaba nada debajo. La visión de su vulva perfectamente depilada agregó otra nueva dosis de humedad entre mis muslos…Me desprendió hábilmente mi falda con un rápido movimiento de sus manos y entonces quedé casi tan desnuda como ella.Juliana me empujó hacia la cama en medio de la habitación. Caí de ...
    ... espaldas y ella se zambulló entre mis piernas abiertas. Me besó con rudeza, mordiendo mis labios, que luego se fundieron con los suyos en un beso profundo; intenso y casi brutal…Luego se deslizó hacia abajo lamiendo todo mi cuerpo; hasta que sentí sus labios y su aliento en mi vulva. Sus manos me obligaron a abrir todavía un poco más mis muslos y entonces su boca se zambulló en esa concha hambrienta que tanto la deseaba.Por un buen rato Juliana me volvió loca. Lamió mi entrada vaginal, succionó expertamente mi clítoris bien inflamado y me arrancó unos tremendos alaridos y rugidos de placer. Me sentí desfallecer.Cuando ya estaba casi a punto de desmayarme, después de haber gemido y gritado a todo pulmón, Juliana por fin se detuvo.Levanté mi cabeza de la almohada y encontré su mirada cargada de lujuria. Sacó sus dedos de mi concha y se levantó de la cama.La observé mientras balanceaba sus suaves caderas y sus redondas nalgas y se dirigía a buscar algo en su cartera, que había quedado abandonada en un rincón desde que cruzamos la puerta.Enseguida regresó sonriendo y me mostró lo que había estado rebuscando en el fondo de esa cartera: un largo consolador de hule color negro, bien grueso, que servía para complacer a dos mujeres al mismo tiempo.Me hizo abrir la boca para lubricar una punta con su saliva y después ella hizo lo mismo con el otro extremo.Me ordenó ponerme en cuatro y ella también hizo lo mismo, enfrentando su cola con la mía. Me obligó a mirar cómo la punta que había elegido ...