1. En el cine


    Fecha: 27/06/2017, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... instrumento paradisíaco y noté que todo el glande estaba húmedo y rezumante de líquido. Estaba esperándome. Pero, ¿cómo?
    
    Él liberó el botón del pantalón, por debajo de la gabardina siempre, y pude, con cuidado, extraer aquella gloriosa maravilla al aire, aunque oculta por la cautelosa prenda contra la lluvia. Me miró el chico un momento y señaló, con una sonrisa, hacia donde estaba apuntando al cielo aquel nabo extraordinario. Yo le hice una seña hacia la chica, que miraba arrebolada a la pantalla, pero él negó con la cabeza, como diciendo, "no te preocupes". Inmediatamente se volvió hacia ella y comenzó a besarla en la boca; al mismo tiempo levantó la gabardina un poco, lo suficiente para que yo introdujera por debajo la cabeza. Me encontré, en efecto, con un descomunal aparato, vibrante y expectante, deseoso de ser engullido. El glande era enorme, pero me lo metí en la boca con delectación. Poco a poco, con trabajo pero también con sumo placer, fui lamiendo los laterales de la polla, avanzando hacia la zona de los huevos. Me costó un gran esfuerzo, pero conseguí que aquellos no menos de 24 centímetros de polla me entraran en la boca. Cuando rocé con mi nariz los vellos púbicos y con el labio inferior el dulce escroto, supe que había llegado al máximo. El glande debía estar, a estas alturas, prácticamente embocando la laringe, una vez traspasada la campanilla (menos mal que yo era capaz "tragar" lo que me echaran). Como si esa fuera la señal del clímax, el chico se ...
    ... corrió con una fuerza inusitada. No sentí la leche en mi boca, porque el ojete de aquel nabo gigantesco estaba ya próximo al esófago. Pero note correr algo (mucho, mejor dicho) por las entrañas, como fuego líquido. Me saqué un poco la polla, para poder saborear la leche: exquisita, un paraíso licuescente en el que me regodeé hasta que no quedó ni una gota. Sentí unos golpecitos sobre la cabeza y, con pesar, me retiré hasta mi butaca. Me notaba un reguero de leche por la comisura de los labios, que me lamí con regusto. Para mi sorpresa, el beso de tornillo del chico aún duraba. Entonces la soltó y la chica puso ojos como de "qué macho". Ejem...
    
    Pero yo estaba a punto de estallar, así que me levanté y me fui a los servicios. Entré y me encerré en una de las cabinas de los W.C., dispuesto a hacerme una paja de campeonato, cuando alguien tocó en la puerta. Abrí, con cierto miedo, y era el chico, con una sonrisa de oreja a oreja.
    
    --No quiero dejarte así, hombre, después de lo que me has hecho.
    
    Y, ni corto ni perezoso, se arrodilló ante mí, me abrió la bragueta, me bajó los pantalones y se zampó mis 18 centímetros en menos que salta un gallo. Chupaba la polla con una experiencia que delataba que su relación con la chica no era precisamente el amor de su vida. La tragaba con gusto y placer, la rechupeteaba a todo lo largo, daba mordisquitos en los huevos y se detenía en el ojete del glande... ¡Qué maravilla! Yo estaba para estallar y le puse las manos en la cabeza para ...