1. Le como el chocho a la novia de mi amigo Luis


    Fecha: 18/12/2020, Categorías: Erotismo y Amor Autor: isabelxc, Fuente: CuentoRelatos

    ... quedándome sólo con mis braguitas de colores. Me he vuelto hacia ella dejando mi cara a cuatro dedos de la de ella, esos ojos claros mirándome, mientras mis pezones rozan con los de ella, Clara me ha hablado.
    
    —Isabel, me gusta estar contigo así, ¿tu alguna vez has besado a una chica?, ¡como amigas del alma digo!; yo nunca, ¡sabes!, no sé qué se sentirá.
    
    —Yo sí besé a una amiga en la universidad, fue como un juego pero no me desagradó, Clara.
    
    —Isabel, ¿puedo darte un beso?, ¡sólo para probar!
    
    —Dámelo Clara, me hace ilusión -después de decir esto cerré los ojos, y noté como mi cara «ardía por la emoción», y sentí mis labios hinchados y mis pezones clavándose en las tetas de ella.
    
    Clara apretó sus labios contra los míos y saco un poco su lengua rozando mi boca, ¡quise morir de amor y placer!, atrapé su labio superior entre mis labios y lo lamí con dulzura, «como si fuera un caramelo», clara se retiró y me dijo.
    
    —Isabel estoy excitada, ¡no seré lesbiana!, ¿verdad?
    
    —Clara con lo que te gusta Luis, ¡imposible!, y con lo que te gusta comerle ese rabo que tiene «no creo»; sólo eres sensible a las caricias y al cariño íntimo, ¡tranquila!
    
    —Sabes Isabel, yo he escuchado muchas veces hablar de mujeres que prueban con otra mujer, ¡sabes, siempre tuve curiosidad!, esto me da vergüenza chica, pero es que ahora, probar antes de la boda, sería una emoción, ¿te gustaría que nos amaramos las dos ahora un poquito?, ¡sólo para probar!; si no te parece bien perdóname; ...
    ... ¡solo por decírtelo ya estoy nerviosa!, si también quieres probar y después te da asco pues paramos, ¿qué te parece Isabel?
    
    —Me parece, ¡divino de la muerte!, yo también quiero probar contigo, pero lo que hagamos las dos tiene que ser un secreto, ¡y ni una palabra a Luis!, ¿Vale?
    
    — ¡Vamos Isabel!, eso lo daba por descontado, ¡será nuestro secreto!
    
    ¡Que emoción sentí!, bajé mis braguitas multicolor y las estrellé contra la bandeja de pasteles, después desarrope a Clara bajando la sábana. Le saqué el tanga por los pies, ¡de un tirón!, y «lo restregué por mi chocho» (sin que ella se diera cuenta), después lo dejé en su mesita de noche. Ese chocho era un monte de pelos rizados, ¡muy claritos!, se veían suaves y finos; entonces le pregunté.
    
    —Clara me gustaría arreglarte el chocho, ¿me dejas que apañe tus pelitos?, ¿quieres que te lo afeite y te dejé solo un triangulito de pelitos en tu pubis como tengo yo?, no tardaré.
    
    —Nunca lo hago porque me sale fatal, ¡vale Isabel!, pero no hagas ruido por favor, por mis padres, y ten cuidado que la piel de mi chocho es muy tierna.
    
    Me puse la parte de arriba del pijama y salí del dormitorio, sin hacer ruido, entré en el aseo y cogí la maquinilla de afeitar de su padre y unas tijeras doradas que había junto al espejo; ¡escuché toser y salí pitando! Entré en el dormitorio y encontré a Clara sobre la cama con sus piernas blanquitas, y «abiertas como una bacalada en sal». Vi un tarro de crema para el cuerpo sobre su mesita de noche, ...