1. Sábado


    Fecha: 20/10/2017, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Rude, Fuente: CuentoRelatos

    ... de reojo su cabezón intentando ligar sin éxito con unas cuantas jovencitas y un heavy de pelo largo que Víctor confundió con una mujer.
    
    La joven Naiara se acercó de nuevo.
    
    —Siento mucho lo de antes. He tenido un mal díay estaba de mal humor—entonces fue cuando supe que ella me recordaba.
    
    —No te preocupes, bonita.
    
    Me contó que estaba pasando una mala racha, su novio le puso los cuernos, y justo antes de chocar conmigo acababa de salir del pub para terminar discutiendo con él por teléfono.
    
    —¿Tienes novia o qué? Seguro que te rondan muchas mujeres —dijo ella.
    
    —¿Yo? No, no. Soltero y si compromiso —dije yo sorprendido por tan inesperada pregunta.
    
    —Pues es difícil de creer porque eres un chico muy guapo y, joder, estás muy bueno —me analizó con la mirada de los pies a la cabeza.
    
    —No eres tú la que mira tras esos ojos. Es el alcohol, que te ha cegado de mala manera, chiquilla —miré su vaso, vacío ya por completo. —Ese no era tu primer cubata ¿verdad?
    
    — No, en realidad llevo cinco —y siguió bailando.
    
    Resulta feo quedarse quieto mientras el acompañante baila, así que hice como si dominara el arte de la danza y empecé a mover mis extremidades torpemente.
    
    Las dos chicas que hacía un rato bailaban con Naiara se acercaron a donde nos encontrábamos; según me dijo más tarde Naiara eran amigas suyas, sus vecinas del quinto creo recordar, pero poco importa esto ahora. Las dos amigas empezaron a acariciarse los pechos mutuamente por encima de la ropa mientras ...
    ... se besaban apasionadamente. Después les dio por pasarse un cubito de hielo de boca en boca. Resulta que eran lesbianas, y pareja (si Víctor lo hubiera sabido antes se habría ahorrado la bofetada).
    
    Pensé en mi amigo y lo busqué con la mirada. ¡No me lo podía creer! Lo vi agarrado a una mujer, comiéndole los morros en la puerta del servicio, justo al lado de la barra. Desde la distancia pude apreciar que aquella mujer debía rondar los cincuenta años, tenía algo de sobrepeso y las tetas ligeramente caídas.
    
    Naiara se apuntó al juego de sus amigas. El hielo viajaba de boca en boca una y otra vez y las lenguas de las tres señoritas se rozaban en cada gélido intercambio, aquello era un espectáculo para mis ojos. Se me estaba poniendo dura.
    
    Empujado por un arrebato de excitación incontrolable la cogí del brazo, la traje hacia mí y la besé. Los cinco cubatas le debieron afectar más de la cuenta porque por suerte para mí no fui rechazado. Juntamos nuestras lenguas y cerró los ojos. Agarré su cintura con mis manos como si me fuera la vida en ello y acerqué mis labios a su perfecto cuello. Deslicé mi lengua por su cuello hasta llegar al pequeño lóbulo de su oreja izquierda y lo mordí con suavidad. Ella gimió.
    
    La pista de baile estaba repleta de gente, pero no pareció importarle mucho a Naiara ni siquiera que estuvieran sus amigas delante, solo existíamos ella y yo. Bajó su mano hasta mi paquete.
    
    —Joder, qué dura la tienes —comentó mirándome a los ojos mientras se mordía el ...
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