1. El chico de las galletas (5)


    Fecha: 12/11/2020, Categorías: Sexo Interracial Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... con cierta facilidad, aunque con el tamaño y grosor que tenía, no creo que fuera fácil para mi madre aguantar las desproporcionadas dimensiones de su joven amante.
    
    - Sí, ayyy, así, ayyyyy, no te detengas.- dijo mi madre.
    
    No había palabras, solo las de mi madre pidiendo sexo, sexo y más sexo al muchacho, que como su buen semental, no cesaba en la cópula. Mi mamá no soltó sus piernas en ningún momento, el chico no podía escapar hasta satisfacerla. Ellos se abrazaron más y sus ojos se encontraron, la mirada de ella, estaba llena de lujuria, sucia y asquerosa, pues al fin y al cabo aún era mi madre.
    
    En un momento del coito quedaron mejilla con mejilla y el rostro destemplado por el placer era evidente, sus gemidos llegaban a mi corazón y a los oídos de su amante que seguía imperturbable. A ratos los aullidos de la perra de mi madre se apagaban sin razón aparente pero al observar con mayor cuidado, los labios de ella se movían como si susurrara algo al oído del muchacho. Y la verdad que no tenía mucha idea de lo que se dirían pero sería algo íntimo, pues mi madre se quedaba como escuchando y luego sonreía, asintiendo. Así que era razonable que se hablaban cómplices, una conversación de amantes, privada y prohibida.
    
    Los minutos quedaban colgados de la pared, unos detrás del otro, para complacencia de mi madre por el despliegue de vigor del chico, que sin decir nada levantó sus caderas hasta casi sacar su pene por completo de la vagina de ella, tan solo para dejarse ...
    ... caer con todo e clavarse muy dentro y con los gritos agonizantes de mi pobre mamá que sentía en carne propia el desmesurado tamaño de ese negro garrote.
    
    Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete y muchas más que ya no quise contar, volvió a levantar sus caderas y dejarse caer, con mi madre recibiendo los desenfrenados embates y el sonido de los pubis al chocar violentamente. Y ella, vibrando con la cara descompuesta por el dolor y gritos que se le escapaban.
    
    Con igual fuerza, el chico se quedo pegado a mi madre y aún así empujaba como queriendo penetrar más, cosa que era más que evidente que no era posible.
    
    - Ayyyyyyyyyy, Mauricio, ya no empujes más, ayyyyyy.- gritó mi mamá con los ojos abiertos de par en par. Eres muy grande.
    
    Con las palabras de súplica de mi madre, el vendedor dejó de empujar y solo se quedó quieto, dejándole sentir en paz su aventajada virilidad. Y así como entró, así se salió, quedando de rodillas ante ella que yacía echada con las piernas abiertas.
    
    - Vaya señora.- dijo admirado el chico.
    
    - ¿Qué sucede?- preguntó mi madre apoyándose en sus codos.
    
    - Esa que su vagina quedó muy abierta.- contestó acercando un dedo al orificio. Mire señora Julia.
    
    - Dios mío, es verdad Olga.- dijo asombrada y mitrando a su amiga. Te ha dejado más abierta.
    
    - ¿Tanto así, Julia?- preguntó como preocupada mi mamá.
    
    - Sí, no te miento.- dijo y luego salió corriendo al cuarto de mis padres.
    
    Al ratito regresó rauda, desnuda y bella.
    
    - Mírate.- dijo ...
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