1. La mujer de Ernesto


    Fecha: 17/10/2017, Categorías: No Consentido Autor: XAVIA, Fuente: CuentoRelatos

    ... quedara claramente delante de mi hombría, mensaje que entendió perfectamente. Está bien, está bien, te la chupo pero no me hagas daño. Sus manos se movieron rápidas a mi pantalón que desabrochó ágil para descubrir mi miembro al apartar el slip. Siempre llevo bóxer, pero no quería dar ninguna pista.
    
    No se lo pensó y engulló decidida. Cerró los ojos al principio para irlos abriendo a medida que la mamada avanzaba, mirándome, calibrando mi respuesta pues no había emitido sonido alguno para no ser reconocido. Se la aparté de los labios empujándola hacia mis huevos, que lamió famélica, para volver a introducirse el falo y continuar la felación.
    
    No quería correrme aún, así que la empujé para apartarla del juguete. Me agarré el pantalón con una mano, para no trastabillar, mientras la tomaba del cabello de nuevo arrastrándola hacia el comedor, pero no nos quedamos en él. Lo cruzamos en dirección a su habitación. Al entrar en ella me miró sorprendida, de nuevo preguntándose cómo podía conocer la disposición de la casa.
    
    -¿Quién eres?
    
    Pero no respondí. La obligué a levantarse para tirarla sobre la cama, mientras le destrozaba el conjunto ejecutivo, blusa incluida. Se resistió, luchando sin convicción, consciente de que su suerte estaba echada. Cuando le arranqué el tanga y le separé las piernas, colándome entre ellas, se dio por vencida. Hasta tuve la sensación que relajaba la musculatura para facilitarme la penetración.
    
    Me tumbé sobre ella, follándola, acercando mi cara ...
    ... a su cuello desnudo, a sus labios, a su rostro, que no podía sentir pues el pasamontañas solamente dejaba mis ojos al descubierto. Allí cometí el error. Sentirla relajada, vencida, provocó que yo bajara las defensas, algo que Angie no desaprovechó. Logró aflojar la presión que ejercía sobre sus brazos lo suficiente para llegar hasta mi cabeza y tirar de la prenda de lana que me convertía en un desconocido.
    
    Reaccioné, pero fue demasiado tarde. Si mis ojos ya debían haberle dado una pista, mi mentón, labios y nariz, completaron el retrato. Gritó mi nombre con todas sus fuerza, apellidándolo cabrón hijo de puta, suéltame, reanudando un forcejeo del que había desistido hacía un rato.
    
    De perdidos al río. Le crucé la cara de una bofetada. Igual como me ocurrió dos meses atrás, la pillé desprevenida por lo que el impacto fue limpio, duro, poco doloroso pero la atemperó de nuevo, desconcertada. Entonces vi aparecer la sangre en el costado del labio, se lo había partido.
    
    Volvieron las súplicas, por favor no me hagas daño, por qué me haces esto. Me arranqué el pasamontañas de la cabeza, ahora ya no hacía falta, lo hago porque te lo mereces, porque eres una zorra retorcida, manipuladora, mentirosa, una auténtica hija de puta, la injurié acelerando mis movimientos pélvicos violentamente.
    
    Ya no era miedo lo que proyectaban sus ojos. Brillaban aún húmedos, despiertos, mientras sus labios me devolvían los insultos. Cabrón, hijo de puta, violador, chantajista.
    
    Súbitamente me ...