1. La mujer de Ernesto


    Fecha: 17/10/2017, Categorías: No Consentido Autor: XAVIA, Fuente: CuentoRelatos

    ¿Estás de coña?
    
    No tuve que verbalizarlo, pues Ernesto me conocía lo suficientemente bien como para poder leerme la mente. Mejor dicho, el semblante, pues no pude evitar abrir los ojos como platos y mirarlo interrogativamente.
    
    -¿A quién más se lo puedo pedir si no es a ti?
    
    Conocí a mi mejor amigo en plena adolescencia. Compartíamos alineación titular en el equipo que me fichó como delantero centro en categoría cadete. En aquella época jugábamos un 4-4-2, que se convertía en 4-5-1 según la necesidad de reforzar el medio campo ante equipos más potentes. Ernesto era el segundo delantero en el primer sistema, o el enganche en el segundo, pieza clave pues técnicamente era espléndido además de poseer una visión de juego que me permitía hincharme a marcar goles.
    
    Como muestra, un botón. Le llamábamos Laudrup. Por su elegancia acompañando al balón, por sus pases entre líneas que cruzaban defensas experimentadas que me dejaban solo ante el portero rival, pero sobre todo por su parecido físico con el danés, pues también es rubio además de atractivo.
    
    Ahí surgió una entente, una relación cada vez más estrecha que se tornó franca amistad los ocho años que compartimos escuadra. La universidad y las primeras responsabilidades laborales fueron diezmando el equipo del que acabamos saliendo pues no dejaba de ser un hobby adolescente.
    
    La competición federada quedó atrás pero aún hoy seguimos jugando juntos en un equipo amateur de fútbol 7 en ligas de adultos, que nos sirven ...
    ... para desconectar de una vida demasiado estresante en lo profesional, muy limitada en su caso en lo personal.
    
    El deporte no era nuestra única actividad juntos. Nos habíamos convertido en amigos inseparables, salíamos algún fin de semana solos o con otros compañeros del fútbol o de estudios y en su compañía descubrí el mundo de la noche, las chicas, y maduré al mismo ritmo que lo hacía él.
    
    Hasta que conoció a Angie.
    
    Contábamos ya con 25 años cuando me confesó que se había enamorado de una compañera de trabajo. Después de varios años marcando muescas en nuestros respectivos revólveres, una joven muy guapa, elegante e inteligente lo había cazado. La frase no era mía pero la suscribo al 100%.
    
    Ninguno de los dos habíamos tenido aún una relación seria con una chica. A mí no me apetecía, quince años después sigo sin haber tenido ninguna con suficiente profundidad para considerarla como tal, y Ernesto parecía responder al mismo patrón. Pero aquella joven abogada de larga melena oscura y ojos azules lo embriagó ofreciéndole una felicidad por la que siempre los he felicitado, a ambos.
    
    Curiosamente, o no tanto pues la experiencia me ha demostrado que es más habitual de lo que debería, las dos personas más próximas a mi amigo no cuajaron entre sí.
    
    Además de guapa e inteligente, virtudes innegables en la chica, Angie atesoraba un carácter fuerte, algo que también me agrada en una mujer, que la dotaba de un perfil dominante, mandón, que no casaba conmigo. Ernesto estaba ...
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