1. Hanna Müller


    Fecha: 01/10/2020, Categorías: Hetero Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos

    ... Ejército), ya del mes de Septiembre, en la que se le notificaba que su marido, el soldado Herman Müller, había desaparecido en los combates librados a lo largo de todo el mes de Agosto.
    
    La nota casi sugería que, lamentablemente, su marido había muerto en combate, y así lo entendió también hasta su familia, aunque tanto su madre como su hermana no lo expresaran tan crudamente como otras personas, amigos-amigas más o menos… Ello no obstante, Hanna no quiso ni considerar la idea de que su amado marido estuviera muerto… Algún día, cuando fuera, él aparecería… Él volvería a su lado para ya nunca más separarse ellos dos…
    
    El tiempo fue transcurriendo, quedando atrás días, semanas, meses y años. Así, fue cosa del pasado el año 1943 y tras él 1944, para dar paso a 1945, y con tal año, el día 20 de su mes de Abril, que traería la apocalíptica “Batalla de Berlín” con el Ejército Rojo rodeando la capital del Reich por sus cuatro puntos cardinales. La batalla fue dantesca, combatiéndose los once-doce días que duró calle por calle, casa por casa. Ni el subsuelo se libró de los combates bis a bis, a cara de perro, defensores alemanes y atacantes rusos, pues incluso llegó la lucha a los túneles del metro berlinés, mezclándose combatientes de ambos bandos y personal civil, mujeres, ancianos y niños pequeños, allí refugiado, huyendo de las bombas de aviación y los proyectiles y cohetes “Katiuska” de la artillería soviética.
    
    Allí se fundieron en alucinante maremágnum soldados de la ...
    ... Werhmacht, voluntarios extranjeros de las Waffen SS, franceses, holandeses, noruegos, letones, estonios, españoles, con casi ya ancianos de 50-60 años del “Volkssturm”, la Milicia Ciudadana creada por el Partido Nacional Socialista hacia Noviembre de 1944, y chavales, críos, de entre 12 y 16 años de las Juventudes Hitlerianas
    
    Durante aquellos días Berlín era dominio total y absoluto de la Muerte y el más descarnado horror, con cadáveres y más cadáveres hacinándose por calles y plazas; hasta en pisos particulares. Vidas segadas en los encarnizados combates callejeros que por toda la ciudad se sucedían, pero también por los bombardeos artilleros y de aviación con que los soviéticos machacaban incesantemente la ciudad. Vidas sacrificadas cuando los edificios reventaban y se venían al suelo, víctimas de granadas de artillería o bombas aéreas o cuando un proyectil errante surcaba el aire sin rumbo fijo, encontrando en su camino el cuerpo de un combatiente o un civil, anciano sesentón, setentón u octogenario, mujer o niño que, imprudentemente, habían salido de su casa. O que, estando en su casa, uno de esos proyectiles viajando al tuntún, había acertado a “colarse” de rondón por una ventana o boquete abierto en la pared, llevándose por delante alguna vida inocente. O también, cuerpos de varones entre los cincuenta y sesenta años… O, si con más de sesenta años, parecían lo suficientemente fuertes para sujetar un arma, colgando de una cuerda de un árbol, o de una farola, con el ...
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