1. Profesora de Literatura


    Fecha: 24/09/2020, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Sergio Trillao, Fuente: CuentoRelatos

    ... montículo de libros bien acomodados en el suelo y unas cajas grandes apiladas en una esquina detrás del escritorio. La profesora cerró la puerta detrás de ella ¿Otra vez iría a regañarme?, pensé. Tomé del suelo una de las cajas, vaya que estaba pesada. Y ella se acomodó en el borde del escritorio a observarme.
    
    —Qué calor hace —dijo la profesora mientras movía la mano con gesto acalorado y se desabrochaba un botón de la blusa blanca.
    
    Di un traspié y casi se me resbala la caja, pero logré recuperar el equilibrio antes de que cayera, la profesora sonrió divertida, puse todo mi empeño en concentrarme por colocar la caja en su lugar, puse fuerza para tratar de subirla.
    
    —Ay, estás bien guapo —soltó.
    
    Y la caja se me resbaló desde la altura de mi cabeza, directamente en las piernas y me tumbó al suelo, ella se apresuró a ayudarme a mover la caja a un lado. Observó por un momento y se inclinó para tocar mi pierna en la zona del impacto, su bra se asomó entre lo que dejaba ver el botón abierto, una bonita pieza blanca que combinaba perfectamente con su piel clara.
    
    —¿Te duele? —preguntó. Y siguió la trayectoria de mi mirada hasta sus pechos.
    
    —No... Yo... Disculpe —dije tartamudeando mientras apartaba la mirada. Ella sonrió pícaramente.
    
    —¿Quieres ver más? —se desabrochó otro botón de la blusa.
    
    —¿Eehh? —quedé mudo.
    
    Ahora podía ver sus grandes senos apretados bajo el caro sostén con varios botones al aire.
    
    —Profesora...
    
    —¿O no quieres? —dijo cruzando la ...
    ... prenda.
    
    —No es eso... Sólo que... —y con la blusa aún con botones sujetos tomó mi mano y la colocó en uno de sus magníficos senos, y su otra mano subía un poco, pasando al lado de mi pene ya muy, muy erecto y siguió hasta mi abdomen, subiéndome un poco la camisa— Dios...
    
    Vi que su sostén tenía broche delantero y la profesora siguió mi mirada, volvió a sonreír con sus dientes perfectos.
    
    —¿Quieres verlas?
    
    —Sí —contesté sin más y ella lo desabrochó lentamente.
    
    Oh ¡Qué par de tetazas se cargaba esta mujer! Se acercó un poco más, blusa aún puesta y me besó, estando casi encima de mí con sus tetas al aire. Yo no podía creer lo que sucedía. Sus labios eran cálidos y poco a poco introdujo su lengua en mi boca, húmeda y cálida, alzó un poco su falda y abrió sus piernas para colocarse encima de mí, lo hizo, y el calor que su sexo emanaba acobijo al mío y a parte de mi abdomen.
    
    —Profesora ¿Qué está...
    
    —¿No es obvio? —pregunto.
    
    Enderezó su cuerpo dejando su pecho a la altura de mi boca y lo besé, lo lamí, lo mordí y ella emitió un ligero gemido, tan inocente que me erizó la piel, mi pene ya no aguantaba dentro del pantalón, estaba hecho piedra. Mi profesora lo sintió (debía estar muerta para no hacerlo) y con su mano derecha bajó la bragueta de mi pantalón, y como usaba unos cómodos calzones con agujero mi miembro salió disparado como resorte. Miré el rostro de mi acompañante y ella se sorprendió.
    
    —Pensé que eras un niñato —dijo, con una sonrisa en sus rojos ...