1. Perdí mi vergüenza en Búzios (1)


    Fecha: 13/09/2020, Categorías: Sexo Interracial Autor: Bettyeugen, Fuente: CuentoRelatos

    ... pija de mi boca, me pone en pie, y me abraza alzándome (era bastante más alto que yo). Estando con mis pies a 15 centímetros del piso, yo los llevo hacia la base de la espalda de él.
    
    Entendiéndome perfectamente lo que yo quería, acomoda su pija en la entrada de mi concha para que yo, dejándome deslizar hacia abajo sintiera su tronco deslizándose totalmente dentro de mi cueva chorreante. Mientras yo subía y bajaba, él fue caminando lentamente a la habitación. Al llegar a la cama y sin librarnos de ese maravilloso acople, Tarlis fue depositándome en ella sin dejarnos de movernos en ese mete – saca celestial. Hubiera querido que esos minutos duraran por siempre, pero la excitación fue demasiada. Él sacando su hermosa verga, empezó a acabar en mis tetas y yo al ver esa leche blanca saliendo de esa reluciente pija negra, sentí que no había viajado en vano. Esa era la imagen que en mis febriles obsesiones había recreado miles de veces… Una pija negra escupiendo sobre mis tetas caliente y blanca leche.
    
    Una vez concluido Tarlis, debía retirarse para que no lo echaran en falta en su trabajo, pero antes me dijo lo que se transformaría en una costumbre en nuestros encuentros… ”limpa–lo” (“límpialo”), trabajo que efectué a conciencia para que no se manche el pantalón del que, a partir de ahí y por dos semanas, fue mi amo. Si, fue mi amo porque yo vivía en un volcán deseando que volviera a mi cama, ni bien escuchaba la puerta cerrarse detrás de él.
    
    A continuación de esa ...
    ... esplendida cogida, y cada vez que nos cruzábamos en el lobby del hotel, un guiño, un leve movimiento de cabeza y yo sabía que tenía que subir apresurada a mi habitación, desnudarme completamente (así me lo pidió él) y esperar hasta que subiera y golpeara a la puerta. Una vez que la trasponía, sabía que él iba a sacar su pija y yo arrodillada debía chupársela hasta que esté en condiciones de saltar a mi cama. Y ahí realizábamos esa coreografía absolutamente improvisada en la que nos entendíamos tan bien y que tan desmesurado placer me propino en esos días.
    
    Y si… mis vacaciones fueron así… playa, regreso, coger con Tarlis, ir de compras, regreso, coger con Tarlis, ir a almorzar, regreso, coger con Tarlis… Y siempre “limpa–lo”, el ruido de la puerta detrás de él. Y mi deseo de tenerlo nuevamente entre mis piernas nuevamente. Y si… fui su esclava, sin pedir el mas mínimo compromiso y sometiéndome a todos sus deseos.
    
    Y a mí no me importaba en lo más mínimo, ser la puta de Tarlis, como se rumoreaba en el hotel. Era obvio, y muy frecuente ver al personal del hotel o bien, otros turistas hospedados en él cuchichear entre dos o tres, mirándome, sonriendo. O bien que miembros del personal intentando, tal vez, obtener tal vez los mismos “beneficios” que Tarlis, pasaran y me rozaran con sus manos o que me apoyaran sus bultos. Pero yo solo tenía ojos para el… Él fue durante esos días, dueño absoluto de mi voluntad, de mi cuerpo, y todo lo que a él se le ocurrió, hacer lo hicimos. Mi concha, ...