1. Berta, cenicienta de aldea


    Fecha: 18/08/2020, Categorías: Humorísticos Autor: Quique., Fuente: CuentoRelatos

    ... Leandro el coño. El resplandor de un rayo iluminó la cocina. Berta, se asustó. Se dio la vuelta y se fue a su habitación. Se metió en cama, donde la esperaba Chino. La jaqueca le pasara, pero en su cabeza surgieron muchas preguntas.
    
    -¿Será curandero Leandro? Veterinario no es. Los veterinarios no trabajan desnudos. ¿Por qué tenía el carallo derecho? ¿Qué enfermedad hace quejarse tanto a una mujer? La gripe, no. ¿Por qué Jacinto le metía la lengua en la boca? ¿Por qué le daban friegas de aceite? ¿Por qué tengo el coño mojado? Me contagiaron. ¡A ver si va a ser grave! -se le encendió la luz- ¡¡Date!!! Ella está salida e Iban a joder. Chino cuando una perra anda salida, le lame el coño y después la clava. Por eso tenía el carallo derecho. Y Jacinto, Jacinto estaba haciendo cola, y la lengua... ¿Por qué se me abre y se me cierra el coño? ¿Y por qué estoy tan caliente? Es fiebre. Me contagiaron. ¡Me va a dar algo! ¡Que hormigueo...!
    
    Berta tenía el coño empapado. Sin querer se tocó el clítoris erecto por encima de las bragas. Le gustó y se siguió tocando.
    
    Alba, una joven de 20 años, de estatura mediana, morena, con buenas tetas y un tremendo culo, entró en la habitación de Berta vestida con un camisón blanco y largo, y le preguntó:
    
    -¿Puedo dormir contigo?
    
    -¿Qué le pasa a tu cama?
    
    -Le tengo miedo a los truenos. Mi madre no está...
    
    -Está, está. Está en la cocina jodiendo con tus hermanos.
    
    -¡Qué vergüenza! Me dan asco. ¿Puedo dormir contigo?
    
    Berta, le ...
    ... respondió:
    
    -Puedes dormir, pero las manos quietas que después van al pan. Y cierra la puerta que se va el calor.
    
    Alba, después de cerrar la puerta, se metió en cama. Chino se metió debajo de la cama. Alba sintió como Berta se tocaba.
    
    -¡¿Te estás haciendo un dedo, Berta?!
    
    -No, me estoy tocando en un sitio que me da gusto.
    
    -Eso se llama hacer un dedo.
    
    -¿Cuándo descubriste tú que da gusto?
    
    -Hace mucho. ¿Cuánto tiempo tardas en llegar al orgasmo?
    
    -Nunca fui. Ni siquiera me acerqué a la aldea. ¿Dónde queda eso?
    
    -¿Eres una ingenua o me estás vacilando?
    
    Berta se revolvió como una serpiente.
    
    -¡Vas a salir de mi cama cagando hostias!
    
    -¿He dicho algo qué te ofendiera?
    
    -Me llamaste Ingenua sabiendo que me llamo Berta y...
    
    -Perdón. Ya veo que no tienes muchas luces. ¡Uy, perdón de nuevo!
    
    - ¿Perdón, por qué? ¡Tú eres más rara que cagar de noche! Claro que no tengo luces, ni muchas ni pocas, las luces las dan las bombillas.
    
    Alba, viendo que Berta andaba a lo suyo, comenzó a entrarle más directamente.
    
    -¿Nunca echaste una cana al aire?
    
    -Una vez. La trajo papá a casa el día de la fiesta y casi me lleva una mano por no soltarla a tiempo.
    
    -No estaba hablando de bombas. Estaba hablando de joder, de chingar, de mojar, de hacer el amor.
    
    -A ver, joder, no, chingar, sí, tú ponme un litro de vino delante y verás si lo chingo o no, y mojar. ¿Acaso tú no te lavas? Lo de hacer el amor... La verdad, siempre creí que el amor venía hecho.
    
    Se sintió ...
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