1. Anita de tus deseos (capitulo 2)


    Fecha: 21/07/2020, Categorías: Sexo Interracial Autor: cleversex, Fuente: CuentoRelatos

    ... Entrará y te gustará.
    
    —¿Te la has medido alguna vez?
    
    —Cuando era joven… ¡ah! Y también tu madre: un par de veces.
    
    —¿Mama te la media?
    
    —Sí, ya te lo he dicho: un par de veces.
    
    —¿Y cuánto te mide?
    
    —¡Umm…! No me acuerdo, —le miré con desconfianza frunciendo el ceño. Me levanté y fui al costurero a por la cinta métrica.
    
    —Eres un graciosillo: lo que quieres es que te la mida.
    
    —¿Yo? Que va.
    
    Me arrodillé entre sus piernas y me enfrenté al pingajo en que se había convertido su polla. Me la metí en la boca y comencé a succionar. Desde el primer momento me gustó esa sensación, saborear esa textura blanda, fofa, pero mucho más cuándo, después de insistir mucho, empezó a crecer en mi boca e iba adquiriendo firmeza. Seguí insistiendo hasta que comprobé que estaba tan dura que marcaba sus enormes venas. Cogí la cinta métrica y la medí.
    
    —23 centímetros y medio.
    
    —No jodas que se me está encogiendo: tu mama decía que 24.
    
    —No seas tonto: solo es medio centímetro. ¿Y de gorda? —volví a coger la cinta, pero no sabía cómo hacerlo.
    
    —Para el diámetro necesitaras un calibre, —dijo papa riendo.
    
    —¿Tenemos de eso?
    
    —No, no tenemos. Mide la circunferencia: si no recuerdo mal, 15 cm equivalen a 5 de diámetro más o menos. Al menos eso decía tu madre. Pero date prisa que se me está encogiendo, —volví a meterla en la boca y después de mucho chupar volvió a estar otra vez en condiciones para medirla.
    
    —Pues te ha crecido papi: 17 cm ¿Eso cuánto es?
    
    —Unos 5 ...
    ... y medio.
    
    —Yo creo que es muy gorda.
    
    —Mujer: sí que lo es, pero no te preocupes.
    
    —No me has dicho cuándo…
    
    —Mañana. Eso toca mañana. Hoy vamos a seguir cómo ayer, —se inclinó, me levantó en brazos y me sentó sobre sus rodillas. Cogimos las copas de vino y las apuramos después de brindar.
    
    —¿Y ahora?
    
    —Ya te lo he dicho: vamos a seguir cómo ayer. Me encanta hacer que tengas orgasmos. Tu mama también los tenía, pero la verdad es que creo que tú los tienes más seguidos.
    
    —¿Te gusta que chille?
    
    —Sí, me hace muy feliz oírte chillar de placer.
    
    —¿Mama también chillaba? Nunca la oí.
    
    —Teníamos mucho cuidado con eso: eras muy pequeña y para ti sería muy difícil de entender. Cuándo la iba a hacer chillar la amordazaba…
    
    —¿La amordazabas? ¿Cómo?
    
    —¿Es que quieres que te amordace a ti también? —preguntó con intención mientras extendía el brazo y acercaba la caja que había traído la noche anterior. Yo me encogí de hombros mientras él rebuscaba en su interior. Finalmente, sacó una mordaza negra hinchable y otra de bola de color rojo, y me las dio.
    
    —¡Hala! ¿Y esto?
    
    —¿Te gustan?
    
    —No sé. ¿Esto se pone en la boca?
    
    —Sí.
    
    —¿Y mamá se lo ponía?
    
    —Siempre que estabas en casa, —afirmó mientras yo inspeccionaba las dos mordazas—. ¿Quieres usarlas?
    
    Afirmé con la cabeza y estoy segura de que me brillaron los ojos y que papa se dio cuenta. Cogió la de bola y me la colocó. Me mantenía la boca muy abierta pero no me hacía daño porque el material no era muy ...
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