1. Con Miguel y Anabel


    Fecha: 18/06/2020, Categorías: Incesto Autor: Euge, Fuente: CuentoRelatos

    Cuando fuimos al encuentro tan esperado con nuestros amigos Miguel y Anabel llovía. Pareciera que el tiempo se había asociado al acontecimiento, dada la creencia esa que tenemos los argentinos de que cuando llueve es especial para tener sexo, como si la situación climática ayudara para ello.
    
    Ibamos a intercambiar parejas con nuestros amigos a los que conocíamos desde hace bastante tiempo vía internet y ahora por fin podíamos concretar nuestras anheladas fantasías.
    
    Después de tomar algunas copas y bailar como para ir poniéndonos en clima, ya Piru lo hacía con Miguel y yo con Anabel, nos separamos cada uno por su lado.
    
    La idea en principio era la de no estar junto los cuatro como para no inhibirnos. Después de esta primera unión lo podríamos hacer porque nos conoceríamos mejor.
    
    Con Anabel nos fuimos rumbo a una de las habitaciones de la residencia y creo que Piru rumbeó con Miguel hacia algo así como la biblioteca o escritorio que tenían nuestros amigos. Supongo que no irían a leer.
    
    La deseaba tanto a esta mujer que debo reconocer que no fui muy galán y gentil con ella y casi sin ningún juego amoroso previo me dispuse a cogerla.
    
    Las fotos que había visto de Anabel en la revista me tenían perturbado y ahora teniéndola en carne y hueso junto a mí me había trastornado un poco.
    
    Me había calentado muchas veces con esa conchita cubierta por todo ese vello que la naturaleza le dio. Había soñado con esas tetas que sin ser demasiado grandes, como me gustan a mí, ...
    ... eran tan perfectas, tan bien diseñadas y con unos pezones rozados que me provocaban erección de solo pensar en ellos. Y ahora la tenía a mi alcance. Parecía un sueño pero era la realidad.
    
    La veía en mi mente acariciándose y metiéndose los dedos a través del vello luciendo sus medias negras y parecía que iba a explotar.
    
    Estaba tan excitado, como dije, que la empecé a coger desde atrás salvajemente ya que es una de mis posiciones favoritas (a Piru le gusta mucho también) porque de esa manera su culo resulta golpeado por mi pubis y puedo acariciarle sus tetas con ambas manos.
    
    Se estaba haciendo realidad mi fantasía y por ello estaba tan caliente.
    
    No quería acabar pronto para que gozáramos los dos pero no sabía cuánto me iba a aguantar.
    
    Anabel también estaba excitada.
    
    Yo la agarraba fuertemente de las caderas y hacía que se moviera atrás y adelante, al tiempo que empujaba mi miembro dentro de ella en forma desmesurada.
    
    Como noté que no podría aguantarme mucho más sin eyacular decidí cambiar de postura para hacer más duradera la unión.
    
    Prefería sentir el pubis de Anabel (y su poblado vello) tocando el mío para conseguir de ese modo una mejor penetración.
    
    Saqué mi verga de su lugar y ella, instintivamente, se dio vuelta y separó las piernas como una bailarina aguardando que la penetrara.
    
    Me quedé admirando con deleite sus genitales, esos que tanto deseaba.
    
    Estaban abiertos sus labios, húmedos, con una rojez impresionante, fruto de mis recientes ...
«123»