1. La licenciatura


    Fecha: 10/06/2020, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: GabrielledelD, Fuente: CuentoRelatos

    ... observándome.
    
    - Buenas noches, dije.
    
    - Buenas noches, contestó.
    
    La última noche estaba previsto que la pasáramos en Montpellier, pero al llegar al hotel nos encontramos con que estaba en obras, a causa de un reventón en las tuberías de agua. Nos trasladaron hacia el interior por la nacional hacia Beziérs y en un desvío fuimos hasta una colina, a caer al hotel alternativo, un castillo restaurado, un auténtico Relais & Chateau que iban a inaugurar el próximo 1 de agosto. Estábamos encantadas. Aunque se veían por todas partes señales de obras, algunas de ellas inacabadas, aquello era una pasada. El hotel tenía discoteca, un jardín enorme y, en recuerdo de su pasado cátaro, unas salas-museo en sus sótanos. Las habitaciones, un cielo. Bajamos a cenar. Después de un abundante buffet toda la gente fuimos a examinar las dependencias. Cuando bajamos a la cripta fuimos primero a las bodegas, después al museo, pero antes de que pusieran en marcha la disco nos enseñaron el plato fuerte: los calabozos y una auténtica cámara de tortura, perfectamente ajaezada. Allí la leyenda decía que había actuado la inquisición y que cientos de herejes habían sufrido tormento. Yo estaba extasiada. Mis fantasías encontraron un adecuado marco para manifestarse. Miraba y remiraba los grilletes, los látigos, el potro, la fragua, los cepos, las jaulas... una delicia. Cuando volví a la realidad me di cuenta que todos habían salido. Bueno, todos menos Hilde que todavía parecía más embelesada que yo. ...
    ... Salimos juntas. La puerta no tenía cerrojo alguno. Sin saber porqué fuimos al jardín. Hacía una bonita noche. Nos sentamos en un banco junto a un estanque. Me ofreció un cigarro. Lo rechacé.
    
    - Pensaba que fumabas. Fue la única palabra que había salido de su boca en todo ese rato.
    
    - Solo antes de acostarme.
    
    Fumó en silencio mientras yo la observaba por el rabillo del ojo. Terminó su cigarro. Lo apagó. Dio media vuelta y se fue sin decir adiós.
    
    Según la costumbre a las tantas me metía en la habitación, muy piripi y extenuada. Hilde no estaba. Me metí directa en la cama. Esta vez sí que fui consciente del tiempo transcurrido cuando me tocaron el hombro mientras me llamaban:
    
    - Inés... Inés, despierta.
    
    Abrí los ojos. Era Hilde.
    
    - ¿Qué pasa?
    
    - Ven conmigo.
    
    - ¿A dónde? contesté molesta por la interrupción de mi sueño.
    
    - Abajo. Vamos al sótano.
    
    - ¿A qué, si puede saberse? Dije un poco enojada.
    
    - No hagas preguntas y ven. Por favor.
    
    Miré el reloj. Me incorporé del lecho:
    
    - Oye. Son las cuatro y media. Dentro de tres horas nos llamarán. ¿Para qué quieres que baje al sótano contigo?
    
    - Para saber de lo que eres capaz.
    
    La respuesta era enigmática. No era nada extraño. Hilde lo era. Eso me acabó de desvelar. Me levanté. Me puse las chancletas.
    
    - Está bien. De acuerdo.
    
    - Antes ponte la ropa interior que llevabas en Berna.
    
    Intrigada fui a la bolsa. Tomé el sostén y rescaté las braguitas de la ropa sucia. Me quité la camiseta ante ella. ...
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