1. La reeducación de Areana (2)


    Fecha: 24/05/2020, Categorías: No Consentido Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    ... cara.
    
    -Escuche, no es usted la única persona que necesita de gente como yo. Soy una experta y le aseguro que con un tratamiento de dos o tres meses le devolveré a una Areana irreconocible. Estamos en una época en la que prevalecen conceptos permisivos que no hacen más que crear adolescentes insoportables, mi querida. Yo soy intransigente con eso y en cambio creo que no hay como el rigor para que los pendejos aprendan a portarse como corresponde. Su hija estudia, me dijo Elena.
    
    -Sí, está en el último año de la preparatoria.
    
    -Bien, las clases terminan en dos semanas. Me la trae al día siguiente y en dos o tres meses se la tengo lista, hecha una perrita faldera. ¿Estamos de acuerdo?
    
    -Bueno, sí… sí. ¿Y cuánto me va a costar el… el tratamiento?...
    
    -Tres mil pesos por mes, incluyendo la manutención de su hija, su alimentación quiero decir.
    
    -Bien… -aceptó Eva y luego dijo con expresión preocupada:
    
    -Lo que no sé es cómo haré para traerla… Conociéndola sé que se negará a acompañarme si no le digo adónde vamos…
    
    -Eso no será un problema. –dijo Amalia y agitó la campanilla. Un instante después quien apareció en el living fue una mujerona robusta, de unos cincuenta años, cabello gris peinado con rodete, grandes orejas salientes, nariz ganchuda y vestida con una blusa blanca de manga larga, corbata negra, pollera del mismo color y zapatos abotinados.
    
    -Sí, señora Amalia. –dijo con una especie de graznido plantándose ante la dueña de casa.
    
    -Marisa, traeme ...
    ... un sobrecito.
    
    -Enseguida, señora. –dijo y un instante después regresó al living con lo pedido por Amalia: un sobrecito de dimensiones similares a ésos de azúcar que hay en los bares.
    
    -Gracias, Marisa, retirate. –y la mujerona abandonó el living mientras Amalia le daba el sobrecito a Eva, que lo tomó en tanto su rostro expresaba sorpresa.
    
    -¿Qué es esto? –quiso saber.
    
    -Un polvito mágico. –explicó Amalia sonriendo maliciosamente. –Quiero a su hija aquí al día siguiente de terminar las clases. Ese día le pone el contenido de este sobrecito en algo que ella tome, un café, café con leche, una gaseosa, decídalo usted, y minutos después la tendrá atontada e incapaz de resistirse a cualquier cosa que se quiera hacer con ella, en este caso, traérmela. Le sugiero que se haga ayudar por Elena, le será más fácil, creo.
    
    -Sí, seguramente tendré más fuerza anímica con la ayuda de Elena. Pero… ¿esto no le hará mal, verdad?... –se inquietó Eva.
    
    -Quédese tranquila.
    
    -Bueno, está bien. Ahora… ¿puedo preguntarle algo, Amalia?
    
    -Lo que quiera.
    
    -¿Quiénes son la chica rubia y… y esa mujer que trajo el sobrecito?
    
    -Mis asistentes. No pensará que puedo hacer sola este trabajo.
    
    -No, claro, y otra cosa… ¿Tengo que traerla con algo de sus cosas?, no sé, ropa…
    
    -Con lo puesto y su cepillo de dientes. ¿Alguna otra pregunta?
    
    -Sí, usted me dijo que el tratamiento me costará tres mil pesos por mes, pero ¿cómo será el pago?
    
    -Cuando me trae a su hija me abona una primera ...
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