1. La reeducación de Areana (2)


    Fecha: 24/05/2020, Categorías: No Consentido Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    Con paso casi de trote llegó a la puerta del edificio y oprimió en el portero eléctrico el botón del 9º piso. Luego de un instante que le pareció eterno sonó una voz femenina:
    
    -Sí.
    
    -Tengo cita con la señora Amalia. -contestó procurando parecer serena.
    
    -¿Su nombre? –interrogó la voz.
    
    Eva lo dijo y segundos después el hombre sentado a una mesa en el gran hall de entrada, con uniforme de una agencia de seguridad, se levantó para abrirle la puerta. Eva dedujo que debía haber un sistema que permitía la comunicación entre el vigilador y los habitantes de los departamentos, pero su atención no estaba en descifrar ese sistema sino en su encuentro con Amalia, esa mujer que, según su amiga Elena, era la indicada para corregir a Areana.
    
    El ascensor la condujo hasta la novena planta, ocupada en su totalidad por el departamento de Amalia. Todo el edificio tenía esa característica: un departamento por planta.
    
    Eva oprimió el timbre y esperó, cada vez más tensa. Instantes después abrió la puerta una joven de no más de veinte años, alta y espigada, cabello rubio cortado a lo varón y al rape en los costados. Ojos verdes de mirada escrutadora y vestida con calzas negras, zapatillas blancas y musculosa del mismo color bajo la cual no llevaba nada.
    
    -Tengo cita con la señora Amalia… -murmuró Eva algo cohibida ante la joven, aunque ignoraba el porqué.
    
    -Sí, ya me lo dijo por el portero eléctrico. –dijo cortante la rubia. –También me dijo que se llama Eva. Pase. –agregó y se ...
    ... hizo a un lado. Cuando Eva entró la jovencita cerró la puerta, echó el cerrojo y adelantándose dijo en tono imperativo:
    
    -Sígame.
    
    “¡Qué modales!”, pensó Eva mientras la seguía por el pasillo que llevaba al living. Una vez allí su guía le señaló un sofá tapizado con pana de color natural.
    
    -Siéntese. La señora vendrá enseguida.
    
    -Gracias… -murmuró Eva sin poder evitar seguir a la jovencita con la mirada hasta que desapareció.
    
    Se entretuvo después observando el mobiliario de estilo, el gran ventanal que daba a la calle y abarcaba la totalidad de la pared. La cortina blanca y liviana permitía con su transparencia apreciar el cielo, sin edificios que lo ocultaran. En las paredes se veían distintos cuadros con reproducciones de pintura impresionista y de clásicos como Rembrandt, Tiziano y El Bosco. A la izquierda del sofá donde ella estaba sentada, la gran mesa central con seis sillas a su alrededor. Una lámpara de pie a la derecha del sofá, una mesa ratona frente a ella y sobre algunas repisas adosadas en distintos puntos de las paredes, pequeñas esculturas de mármol blanco representando animales y mujeres con túnicas y en diversas posiciones. En el centro del cielorraso una gran araña con numerosas lamparitas que Eva no llegó a contar, porque en ese momento hacía su entrada Amalia, a espaldas de la visitante.
    
    -Bienvenida, Eva. –saludó con su voz grave mientras se acercaba al sofá. Eva se puso de pie y al mirar a la dueña de casa se sintió impresionada por su porte, ...
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