1. Juan y Rolando


    Fecha: 28/03/2020, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... arriba. Carolina me metió en un bañito pequeño, que sólo tenía un lavamanos y una poceta. Me sentó sobre la tapa y siguió mamando. "¡Uff, sigue morena, sigue"! le decía yo, mientras se me ponía más tieso. Como el dicho aquel, que es verdad: "Mientras más me lo mamas, más me crece".
    
    Cuando ya lo tenía súper, pero súper parao, le agarré la cabeza y la volteé para cogérmela por detrás, pero dándole por la totona. Yo sentado y ella arriba de mí, dándome la espalda. Mi palo se metía fácil en su cuquita húmeda.
    
    Estuvimos un rato así cuando de repente se aparecieron Yuleimi y Juan, a vernos. Nosotros no nos percatamos sino hasta que Yuleimi soltó la risa. Yo, que estaba dándole duro, me sorprendí de que estuvieran allí.
    
    -¡Vamos a ampliar el círculo!, dijo Juan riéndose y poniéndose de frente a Carolina para que le mamara el chaparo mientras yo me la tiraba. Yuleimi se agachó entre Juan y Yuleimi para lamerle las bolas a mi amigo. Así estuvimos un buen rato, cuando dije: "¡Cambio!"
    
    Juan tomó a Carolina de nuevo y la montó sobre una mesa de planchar con las piernas bien abiertas. Entonces la clavó por la totona fuertemente, mientras se le movían las tetas hacia arriba y hacia abajo.
    
    Yo agarré una silla y puse a Yuleimi con las manos sobre el respaldar, de cara a éste. De pie y con el culote ese que se gastaba para afuera. Le rogué: "¡Déjame darte por el culito!" Ella medio lo dudó pero luego condescendió: "Está bien, pero despacito, no me lo vayas a romper": Así, en ...
    ... esa posición, le metí la cabecita un poquito. Igual de tanta secreción vaginal ya tenía el hoyo húmedo. Poquito a poquito mi enorme falo se fue metiendo en su ano, mientras ella gemía, a veces de dolor y a veces de placer. Como a los cinco minutos ya mi pene entraba y salía con facilidad. Ella era experta. Se veía que ya antes la habían cogido por el trasero, porque sabía menearse. Lo hacía en redondo, apretaba, aflojaba, le daba duro. Le di por ese culo divino hasta que ya no podía más. Ella gemía, lloraba, decía "¡ahggg!". Creo que acabó varias veces, según me contó luego. Y yo llegué aun momento en que grité: "Voy a acabar". En eso la volteé hacia mí, la senté de culo en la silla y yo, que pensaba que no iba a tener más esperma, le eché borbotones de leche sobre las tetas sudorosas. Cuando ya no tuve más carga y el pene se me fue aflojando, ella terminó de exprimirlo con una pajita suave, hasta que boté la última gota.
    
    Me senté en el suelo, agotado, pero al fondo se oían los gemidos de la otra parejita. Juan la montaba arrechamente por el culo, mientras ella se daba con la mano derecha en la rajita. ¿Coño’e la madre, acabo, acaaabooo!", gritó Juan, y ella le daba más duro y más duro, como echando para atrás. Entonces, mi amigo la echó hacia delante y sacó su güevo para rociarla en la espalda y las nalgas. Fueron, si mi vista no me engaña, como cinco o seis tacos. Y al final se le fue encima de la espalda donde quedó jadeando.
    
    Yo me paré y fui a una neverita a busca ...