1. Juan y Rolando


    Fecha: 28/03/2020, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Esto fue hace como diez años. Me llamo Rolando, soy venezolano y ahora tengo 35 años de edad. En aquel entonces, llevaba un negocio con un amigo llamado Juan. Nos dedicábamos a estampar camisas en un local de Sabana Grande ubicado en un sótano. Siempre los fines de semana jodíamos mucho, bebíamos cervezas hasta amanecer en el local con otros panas, y a veces con mujeres. Nos encantaba la singadera, y lo hacíamos allí en el local.
    
    Un día Juan y yo nos fuimos un sábado a playa Pantaleta. Tiramos las toallas en la arena, nos compramos unas birritas bien frías, y al rato empezamos a ver las muchachas. Al lado nuestro había un par de morenas más o menos. Tenían pinta de bichitas. La más bajita, como de 1,60 metros de altura, se gastaba un culo impresionante, al punto que se le metía el traje de baño y debía sacárselo todo el tiempo. También tenía un par de lolas del carajo, grandotas y con buenos pezones que se marcaban en sostén del traje de baño. La otra, mucho más alta, más oscurita, estaba bien proporcionada: un culito respetable, una tetas grandecitas y un tremendo cuerpo.
    
    Al cabo de un rato le buscamos conversación. A simple vista se veía que estaban fáciles. Les empezamos a brindar cervezas y hablando pajita fuimos haciendo el terreno. Juan se metió en el agua con la grandota y se dieron unos besos. Yo tuve que ponerme de cara a la arena porque ya se me estaba parando al palo de morbosearme a la morenita. Juan y Carolina, así se llamaba la alta, volvieron de la ...
    ... playa y siguiendo su morrongueadera. Ya se le notaba a mi amigo su erección. Yuleimi, la otra, no dejaba de morbosearme. Tengo un cuerpo atlético, nada de grasa, aunque tampoco luzco como un fisicoculturista.
    
    Acabamos las últimas birras y nos fuimos al carro de Juan, un Celebrity todo esperolao, pero que rodaba. Carolina se sentó adelante, con Juan al volante; y yo iba atrás con Yuleimi a mi lado. Compramos otras seis cervezas de regreso a Caracas y no habíamos pasado el primer boquerón cuando ya Carolina le empezó a mamar el güevo al amigo, que manejaba despacito por el canal lento. Eso me puso a millón y el empecé a chupar las inmensas tetas a Yuleimi, quien no opuso mayor resistencia. Las tenía saladitas del agua de mar y los pezones morenos estaban duritos. A mí se me salió la paloma del traje de baño de la parazón que tenía hace rato. Me gasto 20 centímetros y, como comprenderán, ese tamaño no se podía estar quieto mucho rato. Yuleimi me agarró el palo con la mano y, mientras me hacía la paja lentamente, comenzó a lamerlo. Primero la cabeza, luego me repasaba arriba y abajo con su lengua, al final se lo metió en la boca y subía y bajaba. Yo estaba que ya no podía. Ya íbamos más allá del túnel largo y Yuleimi seguía pegada allí. Los gemidos de Juan se oían y eso que llevábamos la radio encendida a volumen alto. Recuerdo que sonaba una salsa erótica: "Desnúdate mujer, así te quiero ver...".
    
    La mamada se hizo más rápida. La Yuleimi sabía mamar güevo como las buenas. Al ...
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