1. Hazme tu puta


    Fecha: 23/09/2017, Categorías: Voyerismo Hardcore, Sexo en Grupo Autor: amanuense, Fuente: xHamster

    ... insoportables. Entre cartones gastados, briks de vino peleón y trastos viejos, vi un colchón. Húmedo y raído, lo arrastré hasta ponerlo frente a los faros, siempre encendidos, de nuestro coche. Lo que siguiera lo quería ver mejor iluminado. De vuelta en mi improvisada butaca, les hice ver que continuaran allí. Ellos arrastraron a Julia con los mismos pocos miramientos que yo había tenido con su cama. Cayó boca arriba, aunque sus brazos siempre atados le impedían apoyar la espalda con comodidad. De inmediato los dos hombres se dispusieron a continuar con su inesperado banquete. Sus manos forzaban a abrirse unas piernas que ella no pensaba cerrar. En ese momento empezaron a discutir: ninguno quería ceder el turno. Se gritaron algo en un idioma extranjero, Julia los miraba entre temerosa e impaciente, y yo permanecía alerta por si su pelea anulaba nuestros planes. Al final se impuso el más mayor, aunque acababa de correrse en el culo de mi esposa, quería follársela de nuevo. Se colocó entre sus piernas y empujó. Una, dos, varias veces, hasta que comprobó que le era imposible una nueva erección. Entonces el otro aprovechó su momento. Con un empujón lo quitó de en medio, haciéndole caer sobre la pierna de Julia primero, y después sobre la tierra. Julia se quejó, él, volvió a reír a carcajadas. Después se alejó hacia sus cartones, donde se tumbó con un envase de vino en la mano dispuesto a contemplar la escena.Quien sabe, quizás fuese más joven, pero su cuerpo castigado ...
    ... aparentaba algo más de cuarenta. Miró a Julia y se agachó sobre ella. Las sombras se proyectaban sobre el gris cemento de la pared. Palpó sus pechos, su mano recorrió el vientre de mi esposa, luego levantó sus caderas y se tumbó sobre Julia. Cuando él comenzó a moverse, yo volví a masturbarme. Suave, sin prisas, con apenas un par de dedos, mis manos protegidas del frío con un par de guantes negros, se movían arriba y abajo contemplando como a apenas un par de metros Julia se entregaba al segundo de sus machos de ocasión. Trajeado, sentado sobre el capó de un deportivo oscuro, con únicamente los cojones y la polla erecta asomando por la apertura de la cremallera, lucía como el perfecto sádico que pretendía. Al otro lado de las pequeñas llamas de la hoguera que les calentaba la noche, el mayor de los mendigos, me miraba, y moviendo la cabeza en gesto de negación, quizás incapaz de comprenderme, volvía a beber de su vino. Entre nosotros, sobre ese colchón viejo y sucio Julia yacía bajo los impulsos del segundo de los hombres. En la oscuridad de la noche el detalle podía haberme pasado desapercibido, y observándolos, me preguntaba si aquel que se movía sobre el cuerpo de mi esposa, tenía un buen pene o sabía hacer bien el amor, pues hacía un rato ya que Julia rodeaba con sus piernas el cuerpo del hombre. Apostaría que si no tuviera las manos atadas lo abrazaría acariciando su pelo, jugando en sus orejas y clavándole las uñas en la espalda como hace conmigo cuando follando le arranco un ...