1. Hazme tu puta


    Fecha: 23/09/2017, Categorías: Voyerismo Hardcore, Sexo en Grupo Autor: amanuense, Fuente: xHamster

    Nunca debió pronunciar aquellas tres palabras. Lo sabe ella y lo sé yo. El resto de la gente la puede ver cansada, demacrada incluso, pero feliz, y nunca adivinarían que le estoy dando la mala vida que una noche de placentero sexo ella me pidió al susurrar entre gemidos a mi oído “hazme tu puta”.- ¿Lo pasamos bien anoche, eh?- le pregunté a la mañana siguiente. Su respuesta fue un ronroneo. Sonreí, tenía la actitud. – Me pediste una cosa… ¿estás segura de que es lo que quieres?- volví a preguntarle. Ella se puso seria y me miró: - Si, es lo que deseo- dijo, y allí mismo, tirados en el suelo de la cocina volvimos a follar.Por aquel entonces ella ya estaba totalmente enamorada, redundantemente entregada a mí, y aunque creía conocerme, no podía imaginar la perversidad que se escondía en los recovecos más recónditos de mi mente. Los juegos, los retos, las fronteras físicas nunca antes traspasadas en su cuerpo, el exhibicionismo, el cuero, las pinzas y las fustas, el intercambio y hasta cederla a cambio de dinero haciendo literal su petición… Habíamos seguidos todos y cada uno de los pasos de un camino sin retorno posible y en el que el final no se acertaba a divisar.Hasta aquella fría noche de invierno. Subió al coche y dócilmente se dejó vendar los ojos. Bajo su largo abrigo de piel, su cuerpo desnudo, unas medias negras y sus botas altas. Sabía lo que le aguardaba aunque la velada fuera improvisada hasta para mí. Otras veces sus amantes la esperaban impacientes, los reservados ...
    ... estaban alquilados y las otras mujeres, previamente pagadas. Esta vez no. Esta vez circulamos a baja velocidad por las carreteras de la ciudad. Sólo tenía que encontrar el lugar, el resto lo conseguiría el cuerpo de Julia. Giramos sin prisa por unas calles desiertas en las que el agua que brotaba de los camiones de la limpieza se convertía, por lugares, en finas capas de hielo. Por fin lo encontré. Después de vueltas y más vueltas di con el lugar que mi imaginación había soñado. Solté su cinturón de seguridad, comprobé que sus ojos seguían convenientemente tapados y entonces le pregunté:- Cariño, ¿confías en mí?-.- Si, ya sabes que siempre lo he hecho- respondió tranquila, plena de seguridad. Bien, entonces puedo proceder. Deslicé su abrigo y descubrí sus hombros desnudos. Bajé la guantera, agarré sus manos, las llevé a la espalda y las até con unas bridas que llevaban mucho tiempo esperando en el coche y volví a cubrir su desnudez con el abrigo. Acto seguido apagué el motor. Frente a nosotros un puente bajo la autovía, una pared llena de grafitis, una pequeña hoguera y dos bultos tendidos en el suelo. La intensidad de los faros hizo incorporarse a una de esas sombras. El brazo cruzado sobre los ojos, protegiéndose de la luz que lo acababa de despertar, miraba el coche. Cuando me vio salir, poco más que una silueta en la oscuridad, corrió a zarandear al otro cuerpo que dormía a su lado buscando auxilio. Rodeé el coche por su parte delantera, mi sombra se proyectó en la pared. ...
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