1. Dentro del mundo onírico


    Fecha: 22/09/2017, Categorías: Incesto Autor: Crusnik, Fuente: CuentoRelatos

    Mi madre con algunos cabellos canos envueltos en una trenza, lentes y un vientre apenas rolludo es mi obsesión. A sus 43 años es una mujer atractiva. Desde el fallecimiento de mi padre donde usaba una falda entallada, de unos cuatro dedos más arriba de la rodilla, al ser la única ropa negra que tenía, con su cabello largo negro. Desde allí empezó a vestirse más recatada y casi no salía.
    
    Revisando algunas páginas en la deep web encontré algunos foros interesantes, en el que se decía que si logra llevar a una mujer al punto máximo del orgasmo su mente se queda en blanco y puedes decir cualquier orden y esta se quedará grabada en su cerebro. En otro foro se afirmaba que hacerlo con su madre causa un mayor placer, ya que durante un tiempo fueron una misma persona y penetrarla es una manera de volver al origen.
    
    La pregunta era el cómo. Fue tal mi obsesión que empecé a soñar con mi madre a diario. Pero el cambio se realizó cuando soñé que estaba en su mente. Estaba consciente que era un sueño –es lo que se llama sueño lúcido- pero era el sueño de mi madre. Asimismo, sentía como si mi tacto estuviera en el mundo real.
    
    Era el departamento que compartimos, estábamos viendo televisión. Mi madre portaba un vestido largo, su cabello estaba apretado a la altura de la cabeza y atado en una cola.
    
    Al saber que era un sueño hice mi avance, empecé a acariciar sus tetas por encima de la ropa.
    
    ¡No, amor! ¡soy tu madre! –decía. Pero podía leer sus pensamientos que decían: ¡Oh ...
    ... sí! ¡Qué rico! ¡Alto! ¡Es tu hijo! Tú le diste de lactar con esos pechos.
    
    Su pensamiento retrocedió hasta cuando era un bebé. Podía controlar sus pensamientos, me puse en mi papel del bebé y empecé a beber con pasión esas lindas tetas de pezones rosados para causarle placer.
    
    ¡No! Pensó ella. Por alguna razón, trasladando sus pensamientos a cuando nos bañamos en aguas termales con mi familia. Pude borrar a los demás integrantes del recuerdo (mi padre y mis abuelos), incluso cambié la ropa de baño de mi madre por su ropa interior, la cual al mojarse se transparentó, dejando ver sus pezones rosados. Me acerqué por detrás y coloqué mi paquete en una de sus nalgotas y empecé a sobarlo. Los pensamientos morales de mi madre afloraron nuevamente: ¡Basta! ¡es el fruto de tu vientre! Cambié el pensamiento de cuando sobaba su vientre mientras estaba en él, a ella masturbándose con su barrigota.
    
    Volvió al pensamiento de las aguas termales, bajé su calzón mojado por el agua y acaricié su panochita con movimientos circulares. “¡Oh! ¡sí! ¡Qué rico, bebé!” Al conocer sus pensamientos sabía dónde le gustaba que la acaricie: en las orejitas, en el cuello, en el nacimiento de sus tetas y sobretodo en su clítoris. Trató de controlarse volviendo al sueño donde estábamos actualmente en el departamento. Ya no ofreció resistencia. Podía sentir su calzón mojado, rezumante de jugos.
    
    —Hijo, ¡acércate! Como cuando eras bebé.
    
    —¡Aaaahhh!..., ¡qué cosas más ricas me haces!
    
    Quite todas sus ...
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