1. Tormenta sexual de verano


    Fecha: 21/02/2020, Categorías: Masturbación Autor: priscilla69, Fuente: CuentoRelatos

    ... conmigo.
    
    Suelto por la boca mientras nos topamos frente a frente.
    
    —¿Qué haces sola y mojada por esta calle solitaria?
    
    —Las tormentas me trastornan.
    
    —¡Estás muy, pero que muy empapada!
    
    Responde, mientras con la mano que tiene libre, pues con la otra sujeta el paraguas, retira un mechón mojado de mi rostro.
    
    —A mí también me afectan las tormentas. Me he visto obligado a salir un rato.
    
    Como yo, voy a lo que voy, quiero comprobar hasta cuanto le afectan a él, y fijo mi vista en su bragueta, que, al llevar puesto un tejado ceñido, noto un bulto prominente que parece querer salir de allí para también mojarse, aunque deduzco que no debe ser con agua de lluvia.
    
    Él se da cuenta, pues mis ojos no pueden apartarse de aquella enorme verga, que permanece oculta bajo la tela, arde en deseos de salir al exterior, y acoplarse a mi chorreante sexo.
    
    —Veo que las tormentas de verano también te ponen.
    
    Muy sonriente, separa la tela de mis pechos, que están libres del sujetador y dirige sus labios hacia ellos.
    
    —Tus pechos están torneados y debo saborear sus durísimos pezones.
    
    Comenta entre dientes, pues su boca provoca que vea las estrellas, a través de las nubes que cubren el cielo.
    
    Yo le sigo el rollo y desabrocho su media empapada camisa blanca.
    
    Mi lengua intenta danzar por su cuello en forma famélica, pero el efecto que causa en mí su boca, hace que pierda un poco el compás.
    
    Noto sus hábiles dedos subir mi falda con rapidez y hundirse en mi húmedo e ...
    ... hinchado sexo, que pide a gritos desgarradores que se hundan hasta el fondo de una vez.
    
    Se entretiene un buen rato jugando en la entrada de la cavidad, mientras yo, atino a abrir su bragueta como puedo, y rescato su empinada verga de su oscura prisión.
    
    Me da un suave tirón, y no sé cómo, me veo tumbada en el suelo, mientras los dedos, han sido sustituidos por su boca, que me devora sin piedad.
    
    Succiona tan fuerte, que noto como el aro que llevo en el clítoris, se separa de mi palpitante carne, y por un momento, se pierde bajo su lengua.
    
    Le agarro tan fuerte del pelo que oigo un quejido.
    
    —¡Ay...y!
    
    En un segundo, su lengua se mete en mi boca, noto el sabor de mi sexo hambriento. Su verga entra en mí, con exquisita precisión.
    
    Gracias al mojado asfalto, nuestros cuerpos, resbalan y se acoplan con rapidez. Casi no necesitamos esforzarnos. Las idas y venidas de su cuerpo sobre el mío, que se desliza con la humedad del suelo, provoca una sincronización absoluta.
    
    Una vez más, se ilumina nuestro entorno, el suelo vuelve a vibrar.
    
    Yo me dejo ir.
    
    Él también.
    
    Ambos llegamos al clímax, ayudados por la tormenta, que parece acercarse de nuevo.
    
    Caen las primeras gotas de otro posible chubasco.
    
    Nos ponemos en pie. Bajo mi vestido y tapo mis pechos.
    
    Él, abrocha su camisa y sube sus pantalones. Abre el paraguas y me invita a que me proteja de la lluvia bajo él.
    
    —No es bueno que estemos solos una noche de tormenta. Explica, mientras esboza una sonrisa ...