1. Mi adolescencia: Capítulo 44


    Fecha: 02/02/2020, Categorías: No Consentido Autor: Adolescente, Fuente: CuentoRelatos

    ... Después de tan extenuante acción solo se río al mismo tiempo que dijo: “pero que bien has hecho trayéndote también el jersey para así poder volver a casa”. Yo también me reí por la ingeniosa ocurrencia. Con mucho cuidado me incorpore, me terminé de desabrochar la camisa y la tiré al suelo. Ya habría tiempo luego de meterla en una bolsa de plástico y llevarla así a casa para lavarla. Pero eso sería luego, lo que mi cuerpo me pedía ahora era abrazarme en el sofá a Iñigo y quedarnos dormidos unos minutos abrazados el uno al otro. Y efectivamente, así fue como ocurrió, pues un sueño placentero nos invadió y nos dejó profundamente dormidos durante más de media hora.
    
    Era lógico y natural que el tremendo y excitante morbo que desencadenó lo de la camisa de Jennifer fuese el detonante que abriese por completo la caja de Pandora. Es decir, que a partir de ese momento todas las fantasías entre Iñigo y yo se caracterizarían por el mismo patrón. Por lo que al día siguiente, después de devolver la camisa ya lavada y ...
    ... planchada a Jennifer, y teniendo aún muy reciente el recuerdo de todo lo que había pasado le pregunté a Iñigo cuál era la causa de que le diese tanto morbo todo aquello. Él se encogió de hombros, no acertó a decirme una única razón, solo dijo que le gustaban cómo vestían todas mis amigas pues todas eran muy pijas y clásicas vistiendo, y eso le gustaba mucho. Supongo que al decir eso se refería sobre todo a Jennifer y Sara, porque desde luego Mª Luisa con su ropa hippy y sus ponchos no es que fuese muy elegante y pija. Por lo que abiertamente le pregunté en un tono más picarón del que yo hubiera querido: “Que curioso, ¿y hay alguna prenda más que te pongan de ellas?”. Él no titubeó ni un segundo, es más, respondió a una velocidad mucho más rápida de lo que jamás pensé. Lo cual me cabreó. Porque una cosa es que le guste algo de mis amigas y otra muy distinta que se muestre tan entusiasmado por ello. Me cabreó mucho. Y más me enfadó lo sincero que fue al decir: “claro, muchísimas cosas, saben vestir muy bien”. 
«123»