1. Mi adolescencia: Capítulo 44


    Fecha: 02/02/2020, Categorías: No Consentido Autor: Adolescente, Fuente: CuentoRelatos

    ... fue todo. Pero solo esos segundos de esquivarle su pene fueron más que suficiente para sembrar una desconfianza total en Iñigo y ver como el miedo se apoderó de él, pues en solo unos segundos su pene paso de estar super ereccionado a ablandarse y empequeñecer a una velocidad asombrosa. Enseguida comprendí que Iñigo sintió miedo de ofenderme y cabrearme de nuevo por su visceral acción de ponerme el pene en los labios, y al sentirse tan inseguro, nervioso y asustado su erección bajo del todo en solo unos segundos. Era lógico, había sufrido muchos días de castigo por lo que pasó en el ascensor aquel otro día y no quería volver a meter la pata cabreándome. Tanto su rostro como su apagadísimo pene eran el reflejo del miedo más absoluto. Y, en ese momento, al verle tan asustado, desvalido y acongojado me invadió una gran ternura hacía él y me hizo quererle más todavía. Debía conseguir hacerle recuperar la confianza total, y vaya que si lo iba a conseguir.
    
    Por lo que cogí con mi mano su flácido pene y empecé a pasármelo por el cuello de la camisa al tiempo que decía: “Vaya, o sea, que te gusta como me queda esta camisa, porque a Jennifer le queda bien, pero claro a mí me queda mejor”. El efecto fue instantáneo, de nuevo el pene empezó a crecer y engordar a ritmo vertiginoso. No hacía ya falta que siguiera hablando más pero aún así me gustó echar más leña al fuego y le dije sensualmente: “Lo interesante sería que nos tuvieses aquí a las dos juntas y decidieses así a quién le ...
    ... queda mejor la camisa y a quien te gustaría más desabr…”. No pude terminar la frase, pues Iñigo me introdujo su inmenso pene en la boca de forma visceral, violenta y con mucha vehemencia y agresividad, como si le faltase el aire. Yo también estaba excitadísima, jamás pensé que el rollo fetichista de la camisa azul de Jennifer me llegase a poner tanto a mí, y realmente me apetecía comérsela y chupársela mientras que con mi mano se la agitaba arriba y abajo. Iñigo empezó a gritar de placer, a lanzar gemidos a una intensidad brutal y a disfrutar como nunca, al mismo tiempo que me agarraba del cuello de la camisa y me tiraba hacía él mientras decía: “Sigue, sigue, no pares, no pares”. Fue un calentón brutal, una pasada, jamás le había visto así de cachondo y caliente, con el pene moviéndose dentro de mi boca con un frenesí descomunal. Yo disfrutaba muchísimo, pero podría asegurar que él estaba disfrutando tropecientas mil veces más que yo.
    
    De repente paró en seco. Estaba acalorado. Sudando. Como enfermo. Y solo dijo: “Vamos a hacerle un regalito a Jennifer” y me sacó su pene de la boca y él mismo empezó a pajearse con su propia mano encima de mí. El resultado no se hizo esperar, en unos pocos segundos un inmenso y descomunal chorro de semen cayó encima de la camisa, la puso toda perdida, de hecho él mismo se encargo de ir distribuyendo todo el semen que caía por toda la camisa. Expulsó una cantidad desorbitada y solo al cabo de muchos segundos acabó de echar hasta la última gota. ...