1. De virgen a putón verbenero


    Fecha: 19/01/2020, Categorías: Incesto Autor: Quique., Fuente: CuentoRelatos

    De ser virgen a los 21 años, pasé a ser un putón verbenero, y eso no tendría nada de malo si no estuviera casada. Le empecé a meter los cuernos a Roberto con mi vecina Laura. A la muy puta, la follé con mi lengua y con mis dedos encima de la cocina de piedra, cocina que aún estaba calentita y con ceniza. Le quedara negra la espalda y el culo. La mujer, que tenía 36 años, llevaba 20 años casada y nunca se había corrido.
    
    Recuerdo las palabras que me dijo mientras mi lengua lamía su clítoris y mis dedos follaban su coño.
    
    -¡Ai Clariña! (¡Ay Clarita!) ¿Qué me fas, Clariña? (¿Qué me haces, Clarita?) ¡Ai que morro de justo, Clariña! (Ay que muero de gusto, Clarita)
    
    -Llámame Loba Ardiente.
    
    -¡¡Ay qué morro, Loba!! (¡¡Ay que muero, loba!!)
    
    ¡¡¡Mooooorro!!!) (¡¡¡Mueeero!!!)
    
    Laura, se corrió. Tanto gusto sintió en su primer orgasmo que me puso perdida, y no fue de jugo, fue de orina, la mujer meó por mí con el gusto que sintió, aunque lo raro no fue que meara por mí, lo raro fue que se lo contara a su mejor amiga, y de mejor amiga en mejor amiga, de las treinta mujeres de la aldea que había en edad de follar, me follé a 16, y de los hombres, que son más de correr la voz, de 46, me follé 32. Al que recuerdo con más cariño es al señor Benito, un hombre de 63 años, al que yo pensé que no se le iba a levantar la gaita y acabó siendo el primero que me dio por culo. Os cuento. El hombre era viudo, alto, moreno y fuerte. Fui a su casa a coserle unas camisas y a remendarle un ...
    ... pantalón. Sentados en dos sillas en la cocina, y mientras le cosía una camisa, me preguntó:
    
    -¿Es verdad que te follaste a media aldea?
    
    -¿Quiere saberlo para hacerse una paja con la polla a media asta?
    
    -Sí, es para hacerme una paja, pero a media asta, no. Pensando que te reviento el culo y con ella tiesa.
    
    -Maricón.
    
    -¡¿Qué me llamaste?!
    
    -Maricón.
    
    Vino a mi lado. Me cogió por la cintura. Se sentó en la silla donde estaba yo sentada. Me puso sobre sus rodillas. Me levantó el vestido. Me bajó las bragas. Se quitó una capatilla marrón que tenía el piso amarillo de goma. Me largó seis veces. Tres en cada nalga: "¡zaaaaas, zaaaaas, zaaaaas!"
    
    -¿Que me llamaste, zorra?
    
    -Maricón.
    
    Me puso en pie. Me levantó la falda, y sin levantarse, me lamió el ojo del culo. Me encantó. Me incliné. Abrí las piernas y dejé mis dos tesoros a tiro para su lengua. Siguió lamiendo y follando con la punta de su lengua el ojo de mi culo. Sentí a la Loba Ardiente. Me quité el vestido, las bragas y el sujetador. Me puse en la misma posición en la que estaba antes. Me volvió a follar el ojete. No me tocaba el coño ni las tetas para nada, y eso que podía ver como de mi coño comenzaban a caer gotitas de flujo. Cogí la zapatilla en el piso, se la di y me eché sobre sus rodillas. Me volvió a dar. Después me agaché delante de señor Benito y le saqué la polla de su escondrijo. La tenía delgada, larga y empalmada. Se la mamé. Al rato me levanté y le puse el coño en la boca. Comió mi coño ...
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