1. Me llaman Cascabel (final)


    Fecha: 18/01/2020, Categorías: Sexo Oral Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    ... derecha.
    
    Yo había sentido ganas de hacerlo cuando le limpié la verga con la lengua y ahora iba a darme el gusto.
    
    -Tráigalo al perrito, señora… -le pidió a mi tía y ella dijo con tono burlón: -Es perrita, doctor…
    
    Él lanzó una carcajada: -¡Sí, señora, claro que sí! ¡una perrita muy putita!
    
    Yo estaba coloradísimo de vergüenza y muy caliente por el trato que me estaban dando. Tía Celia me agarró del pelo y me llevó hasta el doctor, que me ordenó arrodillarme. Lo hice y presa de la más intensa excitación, sin esperar a que me lo ordenara, me incliné hacia la verga con la boca abierta. Él volvió a reír y me dijo: -Tenés hambre, ¿eh, putita?
    
    -Sí, doctor… sí… -me escuché decir.
    
    -¿Y por qué tenés tanto hambre, putita? –me estaba llamando putita y yo me estremecí al sentir que lo era.
    
    -No sé, doctor… -respondí confundido y con los ojos fijos en esa verga.
    
    -Porque sos una putita tragavergas… Por eso, Cascabel… Decilo…
    
    -¿Qué… qué tengo que decir, doctor?... pregunté consumido por una ansiedad que crecía incontenible dentro de mí.
    
    -Lo que sos, Cascabel… Decí lo que sos…
    
    Me costó, por la vergüenza y por la conmoción que sentía al descubrirme una putita, pero finalmente lo dije, aunque en voz baja: -Soy… soy una… una putita traga… tragavergas…
    
    -No te oímos, perrita… ¡Más alto! -dijo Tía Celia a mis espaldas.
    
    -Por favor, Tía… -me atreví a rogar, pero ella insistió con tono duro: -¡Más alto!
    
    -Soy… soy una putita tragavergas… -repetí temblando y ...
    ... esta vez los dejé conformes.
    
    -¡Bien, Cascabel! ¡muy bien! –aprobó el doctor. –Abrí la boca entonces y haceme una buena mamada hasta sacarme toda la leche…
    
    -Sí, doctor… -murmuré sumisamente y de inmediato me metí ese manjar en la boca y empecé a chupar. Era la primera vez que lo hacía y no estuve seguro de hacerlo bien, pero los gemidos del doctor me tranquilizaron. Con esa verga bien dura en la boca yo me sentía en la gloria, ajeno al paso del tiempo. No supe cuánto estuve chupando hasta que el doctor empezó a jadear muy fuerte y de pronto me inundó la boca con varios chorros de semen caliente que me llevaron a las cumbres más altas del placer.
    
    -¡Tragá, putita!... ¡Tragá todo!... –me exigía con voz ronca para después volver a los jadeos y gemidos.
    
    Era tanta la leche que tenía en la boca que estuve un rato largo bebiéndola toda.
    
    -Ya está, doctor… Ya la… ya la tragué… -dije y entonces intervino tía Celia: -A ver, date vuelta y abrí la boca. –me ordenó y obedecí.
    
    -Tragó todo, doctor… Ni una gota dejó la muy putita… -me aprobó y entonces aproveché para pedir que me dejaran masturbarme.
    
    Cuando volví a la oficina el doctor estaba todavía en el sillón de cuero negro, conversando con tía Celia.
    
    -Oíme, perrita puta, le estaba comentando a tu tía que esto recién empieza. Te quiero acá dos o tres veces por semana. Ella te va a avisar cuando tengas que venir.
    
    -Lo que usted diga, doctor… -acepté contentísimo de saber que iba a seguir gozando de esa hermosa ...