1. La tía Rosa


    Fecha: 31/12/2019, Categorías: Confesiones Autor: leosolari, Fuente: RelatosEróticos

    La tía Rosa
    
    Cada año a fines de Febrero, la familia de mi novia acostumbra celebrar el cumpleaños del jefe de la casa, un tío cercano a los 60; este año no podía ser diferente, así es que cuando el verano está al máximo, comienzan los preparativos.
    
    He sido invitado esta vez porque algunas de las primas llevarán a sus novios y será una fiesta para gente de todas las edades, por lo mismo me he esforzado por llevar lo mejor de la vidriera.
    
    Llegó la hora y me he dirigido al lugar, la casa ha empezado a llenarse de gente, la mayoría son familiares, gente mayor y unos pocos jóvenes de mi edad, la música criolla es la que impera, a mi no me disgusta para nada, con un par de cervezas me convierto en todo un bailarín haciendo sus pininos.
    
    Los tíos que allí se encuentran la están pasando de lo bien, se bebe y se baila como comúnmente sucede en estas fiestas, más aún cuando se hacen en barrios populares como este.
    
    Entre los mas bailarines, puedo distinguir a la tía Rosa, una viuda cincuentona, de contorneadas curvas y que ha llegado acompañada por sus dos hijos, unos adolescentes que bordean los 15 años.
    
    El baile no cesa, el calor es sofocante y las cervezas continúan circulando, la gente baila y se mueve por todos lados en casa pues la pista de baile, hace rato que se quedó chica; yo la estoy pasando de maravilla, de rato en rato por cortesía y mientras mi novia ayuda a pasar la carapulcra, bailo con algunas de las asistentes, eso me parece divertido.
    
    Es ...
    ... inevitable la tertulia y he descubierto lo interesante que es la tía Rosa, una mujer muy aplomada, no es fea, pero es muy agradable porque siempre tiene un tema interesante y lo lleva en forma hilvanada; parece que nada la altera, mientras muy discretamente, mira siempre alrededor suyo.
    
    Hemos bailado mientras charlábamos, a esas alturas de la noche, la cerveza ha derretido el hielo que había entre nosotros y la tía hasta ha compartido conmigo algo de la soledad en que a veces la dejan sus hijos, ahora que ellos empiezan a agrandar su círculo social y suelen ausentarse de casa por largas horas.
    
    Se escucha “Claro de luna” de Fiesta Criolla y es ella esta vez la que me pide que la saque a bailar, me lleva hacia el centro de la sala donde la gente aprieta aun más.
    
    Ya estamos allí y ella no ha soltado mi mano; la sostiene ahora de una manera distinta, me anima a tomarla de la cintura de una manera más afectiva, no me había dado cuenta de lo hermosa que era esta canción; la cadencia de la melodía es totalmente agradable, el alcohol y el calor de la noche hace que el roce de nuestros cuerpos se perciba de forma agradable.
    
    Su habilidad para este ritmo le permite hacer algunas figuras mientras bailamos; es ella la que me lleva, levanta uno de mis brazos, gira sobre su sitio y regresa a mi y pero lo hace entregándome su cintura para que la tome; lo ha hecho tan elegantemente, que nadie nota que antes que yo tome su cintura, su vientre se ha unido al mio, avisándome que la reciba; su ...
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