1. Sexo en la vieja hidroeléctrica -3- octubre


    Fecha: 05/12/2019, Categorías: Erotismo y Amor Autor: superrapado, Fuente: CuentoRelatos

    ... sacado de una destartalada alacena.
    
    -Tuve mi última cita no hará ni dos horas.
    
    -Y ha salido ileso.
    
    -Pero he sufrido.
    
    El hombre que me satisface a falta de semental mejor, vino a mí. Fue sigiloso y me dio un susto de muerte. Presentía que en cualquier momento brillaría un acero asesino en sus manos.
    
    -¿Y?
    
    -Nada de nada. Él se ha comportado tan lascivo como siempre. Pero yo no encontraba la concentración requerida. Y eso que acudí a todas las fantasías más extremas que pueda tener con un hombre, incluido un interrogatorio escalofriante por parte de usted en el que me vejaba y violentaba a todos los niveles, sobre todo analmente. Claro que de haber tenido noticia de que se pasea en la intimidad con ropas tan ajustadas, quizás hubiera encontrado lo que necesitaba.
    
    -¿Él le notó intranquilo?
    
    -¡Como para no caer en ello! Me arrodillé convencido de que me sajaría el cuello. Le comí las partes orando por los últimos minutos de mi alma...
    
    -La culpa es mía por no haberle entrenado.
    
    -¿Entrenado?
    
    -Sí. Haberle obligado a practicarme indecencias bajo la máxima presión.
    
    -¿Y me lo dice ahora? -casi grita el administrativo.
    
    -Tengo mis preocupaciones. Y me han distraído.
    
    -Cada día le detesto más.
    
    -Ahogue su ira con el alcohol y veamos hasta dónde llegó.
    
    -Mi amante, desanimado por mi desánimo, me preguntó tiernamente qué me perturbaba.
    
    -¿Tiernamente? Menudo hipócrita.
    
    -Me ha cogido aprecio ¿O no me ve digno de ello?
    
    -Al grano, que la cena ...
    ... me espera -insiste el agente con humor torvo.
    
    -El caso es que, con gran susto por mi parte, jugándome lo más sagrado que tengo que es el pescuezo, entré con el supuesto asesino en materia.
    
    -¿Le confesó que mantenía relaciones con otro, como convinimos?
    
    -No. Nada de eso. Fui... más sagaz.
    
    Dije que una pobre mujer del pueblo me había tomado por su hijo desaparecido y que la angustia de la señora me tenía torturado.
    
    Y así, con pose ingenua, le pregunté: ¿Tú sabes algo del destino del hijo?
    
    -¿Reaccionó?
    
    -¿Que si reaccionó? El pobre empezó a llorar desconsolado e hiposo. Fue muy duro verle tan desolado.
    
    -La culpa.
    
    -No, mi estimado agente: el dolor.
    
    Y el secreto.
    
    El policía, sorprendido por la narración, hace ademán de pedir explicaciones, pero el confidente se adelanta:
    
    -Mi amante me contó, una vez se hubo calmado, que, en efecto, Ciriaco...
    
    -¡Cipriano! ¡Apréndase el nombre de una vez!
    
    -Pues que ese y él fueron “muy pero que muy íntimos”. Que en cuanto me vio la primera vez pensó que su amigo había vuelto del más allá. Y que no descansó hasta que me tuvo en sus brazos. Que cada vez que nos veíamos esperaba que en algún momento me volviera y le dijera: que soy yo, tu amigo, que estoy vivo, que todo fue una alucinación...
    
    -¿Qué tenía que ser una alucinación?
    
    -Su muerte.
    
    Entre ambos se crea un clima aún más denso.
    
    -Vale. Cipriano está muerto. Lo sabía.
    
    -Pero no por él.
    
    El policía queda impactado.
    
    -¿Que no fue él?
    
    -No. ...
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