1. ¡No, por favor, no!


    Fecha: 18/11/2019, Categorías: Hetero Autor: Nancybella, Fuente: CuentoRelatos

    Esta historia es corta.
    
    Aunque debo reconocer que alguna vez me aficioné al sexo salvaje no la recuerdo tanto porque haya sido buen sexo. Fui maltratada a los 19 años por un tío, Anselmo, hermano de mi padre. El tío ya murió, pero por un tiempo dejó una huella en mí que no podía borrar.
    
    Algún día llegó a casa de una tía, hermana de mi mamá. Yo estaba allí y lo atendí mientras mi tía llevaba a mi prima Rosario a que la atendieran de una diabetes juvenil. No imaginé que tardaría, pero mucho menos que ese hombre se abalanzaría hacia mí como una fiera para lastimarme.
    
    Tomé un vaso con horchata esa mañana. Faltaba una hora para el mediodía. Mi tío también se sirvió un vaso pero antes me sirvió a mí y yo fui a levantar algo que se había caído. Nunca imaginé, por lo menos no tuve la intención de provocarle pese a que llevaba un pequeño short que me hacía ver bellas las piernas. Una blusa pequeña y mis zapatos deportivos.
    
    Él era de los hombres que no hablaban mucho pero cuando lo hacía era mandón. Me pidió varias cosas y luego de servirle unas tortillas para comer con frijoles, me dijo que me tomará el agua que estaba en mi vaso.
    
    Yo seguí haciendo mis cosas y al poco rato, me sentía rara. Estaba mareada y comencé a no responder correctamente a las órdenes de mi cerebro. Él permanecía sentado en la silla frente a la mesa de la cocina y veía de cuando en cuando su reloj. Sacó de su maleta una botella de tequila, no recuerdo la marca.
    
    Se sirvió en vaso mientras yo ...
    ... continuaba a hacer movimientos más torpes. Me sentía mareada y por momentos caminaba muy torpe. Mi tío se acercó -de lo que yo recuerdo- y me dio un trago de tequila que me mareó aún más.
    
    Lo más triste es que no podía hablar. No sé qué había echado en el agua que bebí, pero comencé a sentir que me tomaba de la cintura y hasta me acarició uno de mis senos.
    
    Me llevó caminando hacia una de las recámaras y allí, comenzó a acariciar mis piernas cuando me arrojó a la cama de un empellón. Yo veía su cara grande, supongo que por mi mareo, como se acercaba a mí y lengüeteaba mi rostro y cuello. Sus manos, voraces, sujetaban y acariciaban mi cintura, vientre y senos. Con una de ellas sujetaba mi brazo derecho, pues quería reaccionar y por lo menos hacer el intento de darle una bofetada, pues estaba imposibilitada para hablar o gritar.
    
    Muy lejos escuché decirle: ¡estáte quieta! y yo obedecí pues tenía miedo. Desabrochó su pantalón y comenzó a dedear mi vagina. Aunque eso siempre ha sido para mí algo bello pues es lo que me enciende más, en ese momento todo me parecía desagradable, pues mi propio tío estaba humedeciendo mi vulva para penetrarme y violarme.
    
    Se agachó y comenzó a lamer mi vulva y a excitarse más. Se bajó el pantalón y sin más, introdujo lentamente su verga en mi vagina. Sí, su verga estaba dura y era enorme pero aún no sentía placer. Yo ya era una zorra y se supone que en ese momento debía estar agradecida de tener dentro de mí una verga enorme.
    
    Pero todo era ...
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