1. Clases de verano con Sarita 2


    Fecha: 10/09/2017, Categorías: Anal Masturbación Primera Vez Autor: predatorgapes, Fuente: xHamster

    ... cuerpo, que podía ver a través de la mesa de cristal. Su cinturita quedaba al descubierto entre el top y los shorts, y observé un par de pliegues en su piel que se formaron a la altura del ombligo por la postura en que estaba sentada. Guié mi mirada más abajo, y me quedé encandilado. Había doblado una pierna, que apoyaba con un pié sobre la silla, provocando que su entrepierna quedara muy abierta. La telita holgada del short no llegaba a tapar todo la zona, revelando lo que parecía ser parte de un labio vaginal con la ausencia de ropa interior.Mi corazón se puso a latir incontrolablemente al hacer ese descubrimiento, y me costaba no centrar mi mirada en su ingle, intentando descifrar si lo que le estaba viendo era parte su coñito, o algún tipo de braguita oscura. Durante unos minutos no sé ni de lo que hablamos, mi mente estaba completamente perturbada intentando volver a vislumbrar ese sexo que me había tenido obsesionado por dos días.Finalmente terminó por cambiar de posición, terminando así esa dulce tortura. Cuando acabamos el desayuno, y después de ayudarla a limpiar la mesa, nos dispusimos a empezar la clase. No le hizo falta cambiarse de ropa, y tal cual con ese pijamita puesto se sentó en la mesa conmigo, ésta vez a mi lado. Como solía pasar con Sarita, se pegó mucho a mí, de manera que su pierna desnuda constantemente entraba en contacto con la mía.Era por su manera de ser, siempre tan mimosa, no le m*****aba el contacto con la gente, o estar demasiado cerca. Era ...
    ... normal verla en la calle charlando con sus amigos del instituto, colgada del cuello de compañero de clase, o sentada sobre las piernas de algún afortunado joven.Esa mañana la noté un poco nerviosa durante la clase, no sé muy bien porqué. Cambiaba mucho de posición, como si estuviera incómoda, y no dejaba de mirar la hora en el gran reloj que colgaba de una de las paredes del salón. Poco a poco el calor empezó a hacerse patente, a pesar de ser tan pronto, y gotas de sudor se fueron formando sobre su piel, que yo admiraba disimuladamente.—Son las ocho… —interrumpió ella en medio de la resolución de un problema—. Tengo que ponerme el… el supositorio… —dijo tímidamente.Yo me quedé callado, pensativo, dudando en cómo reaccionar.—¿Necesitas… que yo…? —pregunté algo cohibido, con dificultad de terminar la frase.—Bueno… sería más fácil si… —balbuceaba—, si tú me ayudaras un poco… como el otro día.Se hizo el silencio durante al menos medio minuto. Yo la miraba intensamente, y ella no se atrevía a mirarme a los ojos. La noté ruborizada, con las mejillas completamente enrojecidas, y con gotas de sudor que se deslizaban desde su frente hasta su mentón.—Pues… sí, no te preocupes, que yo te ayudo… —dije finalmente con la voz algo quebrada.Sarita se levantó de su silla, y muy despacio se inclinó sobre la mesa prácticamente en frente mío, dejando su culito en pompa a un palmo de mi cara.—¿Puedes…? —dijo ella girando su cabeza sin cambiar de postura.Acerqué mis manos temblorosas a los lados de ...
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