1. Mi ahijada


    Fecha: 12/10/2019, Categorías: Incesto Autor: Crusnik, Fuente: CuentoRelatos

    ... de su boca. A veces sólo se la metía hasta la mitad y chupaba, lamiendo con la lengua. Otras veces se la tragaba toda y la mantenía unos segundos en el fondo de su garganta.
    
    Ni Ángela, ni Valeria recordaban haber estado tan cachondas en sus vidas. El placer de estar siendo usada por su padrino era inmenso, como inmenso era el placer que estaba sintiendo Ángela al masturbarse y su esposo al estar follándose a su preciosa ahijada por la boca.
    
    Sintió que se iba a correr. Agarró con sus manos la cabeza de Valeria y empezó a moverse, dentro, fuera, a fondo, de la boquita de su niña.
    
    - ¡Agggggggg me voy... a... correr... trágatelo... todooooooooo!
    
    Con la polla alojada en el fondo de la garganta, se empezó a correr. Los primeros chorros caían directamente en el esófago de Valeria, que los sentía bajar, calientes. Valeria cerró sus ojos y se corrió, sin tocarse. Se corrió del placer al ser utilizada por su padrino de aquella manera tan salvaje. Los dos últimos chorros se los echó a su esposa en la boca, sacando la polla de la ...
    ... garganta, para que saboreara su rica leche.
    
    Cuando le sacó la polla de la boca, completamente llena de saliva, ella seguía con los ojos cerrado. Los dos respiraban agitados. Los dos recuperándose de sus fuertes orgasmos. Valeria abrió los ojos y miró a su padrino.
    
    - ¿Lo he hecho bien?
    
    - Lo has hecho muy bien
    
    Valeria sonrió, feliz.
    
    Miró. Aquel era el culo más bonito que había visto en su vida. Vio el oscuro agujerito y más abajo el principio de la rajita del coño de su ahijada. Su pecho subía y bajaba al ritmo de su agitada respiración
    
    A la mañana siguiente Valeria salió corriendo a su cuarto. El coñito se le había mojado de golpe. Su lado sumiso estaba aflorando. Se puso una faldita corta, muy corta, una blusa blanca anudada por delante, dejando su ombligo al descubierto, sin sujetador. Y pintó los carnosos labios de un rojo intenso. Se miró al espejo.
    
    A partir de ese día los tres compartirían la misma cama haciendo un trio o un dúo lésbico cuando ya no podía más y ambas mujeres necesitaban satisfacerse mutuamente. 
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